Obituario

Muere Carlos Pumares, voz de la radio noctámbula y mordaz crítico de cine

Carlos Pumares en su etapa en Antena 3

Carlos Pumares en su etapa en Antena 3

El monolito de 2001 y la receta de arroz con leche, chup, chup. Eran dos recursos con los que obsequiaba a su audiencia Carlos Pumares en Polvo de estrellas, en la noches de Antena 3 Radio. Los espectadores ya algo talluditos lo pueden relacionar, con su pelo blanco, con las tertulias encendidas en Crónicas marcianas, capaz de porfiar con cualquier tema, pero Pumares sobre todo era cine, con todo lo que rodea a ese maldito arte que entra en las venas de la pasión. "Buenas noches, dígame", atendía meloso a las llamadas para después liarse a gritos. Tenía mucho de impostura distante. Su popularidad se había afianzado al ser quien iba detrás de José María García. "Don Carlos, sus polvos", le daba paso a deshoras el Butanito y entonces de Pablo Porta se pasaba a Los santos inocentes. Le fascinó tanto que llevó al director, Mario Camus, y a sus actores al día siguiente de ver el preestreno. Los años 80 son así de memorables.

Hay oyentes que le buscaban y que le preguntaban por películas a las que le tenía una gran tirria, como El resplandor. Los que estaban escuchando el transistor bajo la almohada ya sabía que le iban a sacar de las casillas que le preguntaran por la productora Carolco, que era la que promovía toda la caterva de películas ochenteras malas; y se elevaba, por supuesto, al hablar de John Ford, de Fred Astaire y de Ginger Rogers.

Pumares, nacido en Portugalete, Vizcaya, en 1943, ha muerto en Barcelona a los 80 años y a su faceta de veterano crítico de cine, gruñón y sabelotodo, también se le suma la pátina de ser guionista y todo lo que pudiera contribuir a crear películas. Estudió Física no por vocación científica sino para poder estar así más cerca de Hollywood cuando se fuera a trabajar en Estados Unidos. Pero toda su carrera fue en nuestro país. Formaba parte de la pionera tertulia vespertina en la radio que pasó a la televisión. La primera con tal carácter. Con Luis Carandell, Luis Ángel de la Viuda, José Luis Garci. Y con la conducción de Miguel Ángel Nieto y de Miguel Ángel García Juez.

"Llega Batman vuelve, lástima que no sea Batman se va", era un ejemplo de sus concisas críticas televisivas, cuando aparecía en los primeros informativos de Antena 3. Como amigo de confianza de Manuel Martín Ferrand se sumó a la radio para Polvo de estrellas que era el nombre que iba a recibir su programa de televisión en esa pionera Antena 3: un maratón de películas a lo largo del sábado, con sus comentarios. Pero el catálogo era tan cortito y tan malo que esa selección de grandes títulos era un churro. Nos decepcionó. Y él lo sabía.

Con La Clave había tenido más manga ancha, contratando títulos expresamente para la temática elegida por José Luis Balbín en TVE. El sesudo coloquio se veía antecedido por una película relacionada con el asunto y solía dar de lleno con la cuestión. La labor ya se la había ganado en  Sábado Cine con Martín Ferrand, donde a la película se le rodeaba con una tertulia sobre el contenido del film estelar de aquella TVE única.

También para TVE había escrito los guiones de El hotel de las mil y una estrellas, con Luis Aguilé, que era La casa de los Martínez en un hotel donde se alojaban los famosos. Se recuerda como uno de los peores programas de finales de los 70 pero tal vez había ahí mucha saña política. De hecho fue cancelado por la censura. Sacaron a una monja que hacía streptease (sin quitarse la ropa).

En su labor de guionista adaptó al cine la obra teatral La casa de las chivas, por entonces un título polémico ambientado en la Guerra Civil y dirigida por León Klimovsky; Una mujer prohibida o Separación matrimonial. Títulos del destape con pretenciosa carga intelectual de los que denostaba en su polvos radiofónicos. 

Con la marcha de José María García y Antonio Herrero cuando Prisa adquirió Antena 3 Radio en 1992, Pumares decidió quedarse en la emisora, tras su amarga experiencia televisiva, y se hizo cargo de las tardes en las dos últimas temporadas de la cadena que le había quitado el liderazgo a la SER. Estuvo en los meses de naufragio y tras el cierre de la emisora a la que se sentía tan unido fichó por el fugaz proyecto de Radio Voz.

Ya fuera en una cadena o en otra, lo que le pirraba era un festival de cine. Acreditarse y devorar películas de todo tipo de género, nacionalidad  y calidad. Carlos Pumares era el cine en persona y voz. Un iracundo señor que escondía a un fervoroso admirador de Frank Capra y del arroz con leche. Un tipo tierno, hecho de celuloide en blanco y negro.

 

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