Desescalada Almería

“Un rebrote es probable. Debemos de estar preparados para afrontarlo, y lo estaremos”

  • El doctor L. Felipe Díez García es el jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Torrecárdenas desde el año 2.004 y experto en Enfermedades Infecciosas

  • Asegura que han aprendido mucho sobre la COVID-19 y ya cuentan con “mejores herramientas, medios y posibilidades de éxito”

El doctor L. Felipe Díez García analiza para Diario de Almería estos últimos meses y como afrontan un futuro en el que no se descarta nada pero para el que se está preparado.

El doctor L. Felipe Díez García analiza para Diario de Almería estos últimos meses y como afrontan un futuro en el que no se descarta nada pero para el que se está preparado.

-¿Cómo ha vivido estos últimos tres meses?

Estamos viviendo una situación extraordinaria, de las que ocurren pocas o ninguna vez en la vida. Desde el punto de vista profesional ha sido un reto colaborar desde el servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Torrecárdenas a la respuesta local a la pandemia, con las medidas acordadas en la Comisión del Coronavirus (que forman más de 40 profesionales del centro) y que se han ido ejecutando a través del Gabinete de Crisis que se creó por parte de la dirección-gerencia. Han sido muchas horas de reuniones, de trabajo intensivo, de estudio, de estrés y de escaso y mal sueño. También de preocupación por atender con la máxima calidad a nuestros pacientes y proteger a los profesionales que les hemos atendido. Quiero dar las gracias a todos, a los responsables de distintas áreas del servicio y del hospital, que hemos trabajado codo a codo en organizar su dispositivo asistencial y diagnóstico. Y quiero dar las gracias, muy especialmente, a todos los profesionales, sin distinción de categorías, que han estado en primera línea, dando lo mejor de sí mismos y arriesgando su bienestar e incluso su vida. Merecen desde luego todos los aplausos que reiteradamente les han dado los ciudadanos almerienses.

-¿Ha habido dificultades en Torrecárdenas para absorber todos los casos en los peores momentos?

No, rotundamente. El Hospital se transformó para dar una respuesta adecuada a la pandemia. Se aprobaron planes de contingencia en Urgencias, UCI y los servicios hospitalarios que atenderían a los pacientes ingresados. También en el resto de Unidades del hospital. Los profesionales de Medicina Interna, Enfermedades Infecciosas y Neumología se organizaron en una única Unidad funcional COVID, localizada en la 5ª planta del hospital, donde se borraron las fronteras entre especialidades y cada cual aportó sus mejores competencias profesionales. Nunca nos faltaron camas ni profesionales o medios para atender la demanda de hospitalización de pacientes infectados por COVID y/o sospechosos de estarlo. Los planes preveían el uso de otras plantas del hospital pero no fue necesario. Comenzamos a “doblar la curva” de ingresos, es decir comenzamos a dar más altas que a recibir ingresos, tan pronto como el 31 de marzo (a los 15 días del primer paciente ingresado). Desde entonces el número de pacientes ha disminuido hasta llegar a la situación actual en la que ya no hay pacientes ingresados en la UCI y tenemos ingresados a menos de una decena de casos con infección activa confirmada o alta sospecha, la mayoría en fase de recuperación de su enfermedad.

-¿Ha llegado a pasar miedo al contagio?

Quien no hay sentido temor al contagio es un ignorante o un irresponsable. Tras más de 27.000 defunciones en España todos deberíamos tener claro que esta infección no es una broma y que la gravedad aumenta con la edad y otros factores de riesgo. Los sanitarios somos personas y cada cual habrá tenido su propia reacción emocional. En cualquier caso, todos han antepuesto su profesionalidad y han estado en su sitio, volcándose en la atención a los pacientes con las precauciones debidas.

"En pacientes graves hemos visto complicaciones vasculares, neurológicas, o psicológicas, entre otras”

-¿Cree que la ciudadanía ya lo está perdiendo?

Espero que no lo haga. Esta primera oleada ha desbordado en algunos lugares la capacidad del Sistema Sanitario Público, han fallecido más de 27.000 personas y ha provocado una crisis económica de gravedad aún desconocida. Y a pesar de ello el 95% de la población no ha entrado en contacto con el virus ni desarrollado defensas contra él. Una segunda oleada podría afectar aún a más personas y producir un daño humano, económico y social incalculable. Dicho esto, soy optimista y prefiero fijarme en lo positivo; y lo que veo es que la mayoría de la población ha cambiado sus hábitos, que se esfuerza por mantener las distancias de seguridad, que usa mascarilla cuando ésta se pierde y que se preocupa por la higiene especialmente de manos. Son pautas sencillas, que suponen un cambio radical respecto a cómo vivíamos antes pero que debemos mantener al menos hasta que se desarrolle una inmunidad grupal (lo que llevaría mucho tiempo) o dispongamos de una vacuna eficaz.

-Una realidad compleja, más si cabe, la habrán vivido los profesionales en Urgencias, donde no llegarían los pacientes ‘etiquetados’. ¿Cómo lo han gestionado? ¿Han necesitado trasvase desde otras áreas?

Tanto a los profesionales de Urgencias como a todos los que hemos atendido casos no nos llegan los pacientes con el diagnóstico “etiquetado”. Estamos entrenados para reconocer los síntomas más típicos e investigar aquellas manifestaciones más sutiles o atípicas. No ha sido fácil pues la sensibilidad y la especificidad de los test diagnósticos. Por ello la historia clínica, la exploración y otras exploraciones radiológicas y analíticas han sido clave para tomar decisiones correctas en este escenario de incertidumbre.

-¿Ha visto distintos tipos de síntomas entre pacientes en los primeros estadíos de la enfermedad o normalmente tienen muchos puntos en común?

Los síntomas más frecuentes que tienen los pacientes infectados por COVID son bastante inespecíficos: tos, fiebre, dolores musculares, cansancio; dificultad para respirar; no muy diferentes de los de otras infecciones respiratorias, síndromes gripales y otros procesos. Sin embargo, estamos aprendiendo a reconocer otros síntomas menos típicos como manifestaciones neurológicas, digestivas o cutáneas y probablemente la mayoría de las infecciones han sido asintomáticas aunque persistiendo la capacidad de contagiar a otras personas.

"De momento no hay nada descrito sobre si las personas con enfermedades autoinmunes son grupo de mayor riesgo”

-En los nuevos contagios, los últimos que le han llegado, ¿ha notado algún tipo de variación en la virulencia del virus?

La mayoría de los nuevos virus que aparecen en una población, se van adaptando a su huésped, disminuyendo su virulencia; es probable que también ocurra esto con el COVID-19 y tenemos indicios de ello, pero es demasiado pronto para asegurarlo.

-¿Está comprobado que tienen  un mayor riesgo de complicación las personas con enfermedades autoinmunes sistémicas y raras? Reclaman una mayor información si es posible en este tipo de casos.

Hasta la fecha, no se ha descrito que los pacientes con enfermedades autoinmunes sean un grupo de mayor riesgo para desarrollar de infectarse con SARS-COV-2 o de desarrollar formas más graves de la enfermedad. La toma de algunos de fármacos inmunosupresores empleados en el tratamiento de estos procesos, sí se considera un factor de riesgo de enfermedad grave. Sin embargo, es posible otros de los fármacos que se usan, pudieran tener cierto efecto protector sobre el desarrollo de la enfermedad o su evolución a formas graves.

-¿Hay recomendaciones distintas para ellos?

La recomendación más importante es que no se dejen llevar por bulos o información alarmista, que consulten con su médico las dudas que les puedan surgir y que no se automediquen o tomen decisiones unilaterales sobre su medicación. Suspender sin criterio alguno de los fármacos puede ser más peligroso para su vida que la infección por el virus COVID-19.

"Hemos creado una consulta donde se investigarán y tratarán las posibles secuelas de esta enfermedad”

-Un aspecto que apenas se ha abordado de cara a la opinión pública es el relativo a posibles secuelas post-covid. En el caso de pacientes graves, es decir, de meses en UCI, y que consiguen vencer a la enfermedad, ¿quedan secuelas neurológicas y/o de otros tipos? 

La gran mayoría de los pacientes se recuperan sin secuelas, pero sí es cierto que aquellos con enfermedades más graves, estancias prolongadas en la UCI o quizá con una predisposición genética determinada pueden desarrollar secuelas con mayor frecuencia. Las más frecuentes son las respiratorias tras haber padecido una neumonía grave, pero también estamos observando complicaciones vasculares trombóticas, neurológicas, dermatológicas, psicológicas o de otro tipo. Por ello hemos organizado una consulta específica para el seguimiento de todos los pacientes ingresados por COVID-19 en el Hospital Universitario Torrecárdenas, atendida por internistas y neumólogos, donde se investigarán y tratarán las posibles secuelas asociadas a esta enfermedad.

-En Almería la prevalencia ha sido de las más bajas de España, y se supone que hay una inmunidad natural residual, ¿a qué es debido? ¿Qué hándicap supone cara al futuro?

La baja prevalencia de Almería se debe probablemente a nuestra situación geográfica periférica y el menor contacto de nuestra población con personas infectadas de otros lugares en algunas semanas clave. Esto nos dio un tiempo extra para preparar nuestra respuesta e hizo que el confinamiento y las medidas del Estado de Alarma fueran más eficaces. Ninguna población española ni europea ha conseguido que se infecten y generen anticuerpos en un número suficiente de ciudadanos para generar la llamada inmunidad de grupo ó “de rebaño” por lo que una segunda oleada de infecciones podría ser tan peligrosa o más que la actual.

-¿Influye el clima en la incidencia del virus en Almería?

Creo que no ha sido un factor demasiado relevante. Málaga tiene un clima no muy distinto al nuestro y allí la incidencia ha sido bastante mayor. El virus tampoco está respectando a las poblaciones que viven en regiones tropicales como Brasil. Dicho esto, la mayoría de las infecciones respiratorias virales tienen mayor prevalencia en el invierno y lugares fríos y los expertos temen que el próximo invierno pueda haber un rebrote de la infección que junto con la llegada de la gripe pueda volver a comprometer la capacidad del sistema sanitario.

"Los nuevos virus se adaptan a su huésped, disminuyendo su virulencia; puede que ocurra con la COVID-19”

-Habiendo gestionado tantos casos, y su evolución, conociendo cada día más sobre la enfermedad, ¿cree en un rebrote irremediable para el que habría que estar preparado?

No es irremediable pero por lo que conocemos de pandemias anteriores es bastante probable y sí, debemos de estar preparados para afrontarlo, y vamos a estarlo. Hemos aprendido mucho sobre el virus y la enfermedad y ello nos permitirá enfrentarnos al posible nuevo brote con mejores herramientas, medios y posibilidades de éxito.

-En este sentido, ¿qué recomienda a la población hasta que no exista una vacuna?

La receta es sencilla de exponer pero complicada de llevar a cabo: no olvidarnos de que el virus sigue estando entre nosotros y que por ello tenemos que seguir manteniendo las medidas de distancia social, uso de mascarillas higiénicas o quirúrgicas, higiene frecuente de manos (agua y jabón y soluciones hidroalcohólicas) y quedarnos en casa y avisar al médico ante el inicio de síntomas compatibles con la enfermedad; todo ello tenemos que hacerlo compatible con recuperar en lo posible la actividad económica y nuestro modo de vivir.

-Ve en los test masivos una solución para la ciudadanía y que así retomen su actividad, ¿o por el contrario puede ser un motivo de relajación ante un negativo en un momento dada la velocidad de propagación del virus?

En la actual fase de la pandemia la estrategia fundamental es detectar a todos los posibles nuevos casos que pudieran infectar a otras personas y generar un nuevo brote. Por ello debemos hacer test (PCR en una muestra nasofaríngea) a todas las personas con síntomas compatibles de infección por COVID y si aparece un caso nuevo hacer un enorme esfuerzo de búsqueda de sus contactos y hacerles también el test aunque estén asintomáticos. Las pruebas de anticuerpos son útiles para conocer la prevalencia de la infección en una determinada población y en algunos enfermos con test PCR reiteradamente negativas. Sin embargo, a nivel individual, una persona puede estar infectada y contagiar a sus contactos y tener un test serológico negativo; no es por tanto un motivo de relajación. La mejor estrategia es la implicación de TODOS en poner en práctica en nuestra vida habitual las medidas de precaución universal que conocemos.

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