Sucesos

Cinco años de la desaparición de Lucía en Turre: “Pienso que mi madre puede estar viva”

  • Lucía García, de 78 años y con alzheimer, desapareció el 22 de octubre de 2016 en Royo Morera

  • Su familia no ha dejado nunca de buscarla y lamentan que "no se ha investigado el caso"

Cinco años de la desaparición de Lucía en Turre.

El 22 de octubre de 2016 era un sábado como otro cualquiera en Royo Morera, una cortijada de la sierra de Turre situada a escasos kilómetros de otros núcleos poco poblados como Gacía Bajo, Gacía Alto o Gafarillos. La tranquilidad habitual de esta pequeña barriada saltó por los aires pocos minutos después de las cuatro de la tarde cuando Lucía García, una anciana de 78 años y con alzheimer, desaparecía sin dejar ni rastro.

Ya han pasado cinco años desde aquel sábado que toda su familia no podrá olvidar y que, de hecho, aún marca su día a día. “No podemos dejar de pensar en ella; aparece en mis sueños muchas noches”, asegura Lucía, una de sus hijas. Tanto ella como su hermana Beatriz llevan estos 1.826 días sufriendo por no saber cuál es el paradero de su madre. Cada vez que tienen tiempo salen al campo a buscarla, aunque ya hayan pasado miles de veces por los mismos sitios. “Ayer estuve buscándola por el monte”, confiesa Beatriz. Tiene las manos llenas de heridas de los matorrales.

Cronología de la desaparición

El día de la desaparición, la anciana de 78 años salió de su casa para visitar a su hermana, que vive a apenas 200 metros de distancia. Allí estuvo entre cinco y diez minutos y se despidió para volver a su casa. Sin embargo, ya nunca regresó. “Mi tía la vio salir y coger el camino, pero no volvió a la casa”, explica su hija. Desde aquel momento han pasado cinco largos años de búsqueda, de preguntas sin respuestas, de noches en vela.

Lucía tenía alzheimer, pero físicamente era una mujer fuerte, muy activa. “Parecía que tenía 60 años. Iba conmigo a todos sitios: a regar, a echarle de comer a los animales… Si nos poníamos a andar tenía que decirle que me esperase, porque no se cansaba”, recuerda Beatriz.

Ese día de 2016, a las 16:30 fue a la casa de su madre. “Yo solía bajar todos los días a las cuatro o cuatro y diez, pero ese día se me hizo un poco más tarde”. Cuando llegó, su madre no estaba allí. “Mi padre me dijo que se había ido a ver a su hermana, pero fui allí y mi tía me dijo que se había ido hacía 15 minutos”. Beatriz volvió y comenzó a buscarla por las habitaciones, “por si se había puesto a ordenar ropa o a hacer cualquier cosa”. Allí no estaba. Fue entonces cuando empezó una intensa búsqueda. No había pasado ni media hora desde que Lucía salió de casa de su hermana, pero ya no hubo forma de dar con ella. Miraron los caminos (asfaltados y de tierra), preguntaron a pastores, a vecinos… Nadie la vio pasar en los momentos posteriores a la desaparición.

Beatriz y Lucía García, hijas de la desaparecida, muestran el cartel de su búsqueda. Beatriz y Lucía García, hijas de la desaparecida, muestran el cartel de su búsqueda.

Beatriz y Lucía García, hijas de la desaparecida, muestran el cartel de su búsqueda. / V. Visiedo P.

La familia cree que “ha faltado investigación”

“Desde el primer momento pensé que se la podría haber llevado alguien que pasara en coche por la zona, porque en media hora no pudo andar tanto como para que no la viéramos”, cuenta Beatriz. Puso sus sospechas en conocimiento de la Guardia Civil, “pero se reían de nosotros”, lamenta. Desde la misma noche de ese sábado se inició un dispositivo de búsqueda por toda la zona próxima a la casa de Lucía que se prolongó durante varios días, incluso con un helicóptero, pero sin resultados. “Ha faltado investigación, porque siempre trabajaron con la única hipótesis de que se tenía que haber caído cerca de la casa”, dicen las hijas.

Al cuarto día de su desaparición, un vecino de la zona declaró que creía haber visto a Lucía en La Huelga (Sorbas), a unos 12 kilómetros de distancia del Royo Morera. La Guardia Civil se centró entonces en esa zona, pero tampoco tuvo éxito.

Pero sus hijas están convencidas de que Lucía no está por la zona del Royo Morera. Si fuera así, creen que ellas o alguno de los pastores y cazadores que pasan por allí ya habrían visto algo. Han introducido cámaras en pozos y han mirado cada rincón cientos de veces. Desde el inicio pidieron que investigaran los coches y las señales de teléfonos móviles que pasaron por la zona e incluso a los vecinos, pero aseguran que nunca se las tomaron en serio: “A una persona no se la traga la tierra, a no ser que alguien la entierre”, dice Lucía hija.

A la tristeza y desasosiego que sienten por la ausencia, se le une un sentimiento de frustración: “Tengo mucha rabia por pensar que no se ha hecho nada por encontrar a mi madre. No se le ha tratado igual que a otros casos de niños, por ser anciana. Por ejemplo, en el caso de las niñas de Tenerife se pusieron muchísimos medios para encontrarlas. ¿Y por qué a mi madre no? No se pueden gastar montones de dinero en una persona y con otras hacer como si no existieran”, lamenta Lucía.

Cinco años de búsqueda dan para mucho, tanto que “podría escribir un libro con todo lo que hemos hecho”, asegura una de las hijas. No han parado de moverse, contactar con asociaciones y buscar ayuda. Durante meses recorrieron toda la sierra, marcando con botes de espray las zonas que ya habían registrado. “Un domingo de verano llegamos a un barranco, en una rambla, en donde vimos que la tierra estaba removida y tuve un presentimiento; así que fuimos a buscar algún sitio abierto para comprar unas palas y azadas y nos pusimos a excavar bajo un sol de justicia”, cuentan. Y es que tantos meses de ausencia han hecho que piensen en cualquier posibilidad, “hasta que alguien tuviera a mi madre dentro del congelador”.

Lugar en el que se vio por última vez a Lucía. Lugar en el que se vio por última vez a Lucía.

Lugar en el que se vio por última vez a Lucía. / V. Visiedo P.

Pasados cinco años de la desaparición de Lucía se cumple el plazo legal que estipula el Código Civil para la declaración del fallecimiento. Sin embargo, sus hijas no descartan que aún pueda seguir viva. “Ahora tendría 83 años, por edad podría estar viva. ¿Quién me dice que a mi madre no la tenga alguien para seguir cobrando la paga de algún familiar muerto?”. Se aferran a cualquier esperanza, porque la única certeza que tienen es que su madre salió de casa un 22 de octubre de 2016 y no ha vuelto. Por eso, solo les queda seguir buscando: “Es muy duro salir a buscarla pensando en que puedes encontrarte sus restos, pero por otro lado, si los encontrásemos podríamos descansar, porque es aún peor estar cinco años sin saber qué le pasó”.

Mientras les queden fuerzas van a seguir intentándolo. A su madre no se la puede haber tragado la tierra. Solo piden a las autoridades que no se olviden de su caso y a las administraciones, como el Ayuntamiento de Turre, un poco más de apoyo: “me entristece mucho que el cartel de la desaparición ya ni esté puesto en el tablón de anuncios”. Tras cinco años de angustia, Beatriz y Lucía esperan que la próxima entrevista sea porque su madre haya aparecido.

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