Fernando Rueda. Periodista

“El Lobo volvería a hacer lo mismo, porque sabe que ha salvado vidas”

  • El autor firma con Mikel Lejarza 'Secretos de confesión' (Roca Editorial), un libro que cuenta desde una mirada introspectiva la historia del agente infiltrado durante años en ETA

El periodista Fernando Rueda, fotografiado en una visita a Sevilla, donde presentó ‘Secretos de confesión’.

El periodista Fernando Rueda, fotografiado en una visita a Sevilla, donde presentó ‘Secretos de confesión’. / Juan Carlos Vázquez

Conocido como El Lobo, Mikel Lejarza, agente infiltrado durante años en ETA, fue protagonista de algunos de los golpes más duros que sufrió la banda terrorista durante su periodo de actividad armada. Con la ayuda del periodista Fernando Rueda, especialista en el mundo del espionaje, Lejarza, un hombre en permanente paradero desconocido, repasó primero en Yo confieso su paso por el espionaje español, en un relato que continúa, desde una perspectiva más introspectiva, deteniéndose más en la persona, en Secretos de confesión, que también ha publicado Roca Editorial. En una visita a Sevilla, Rueda explicó las claves de este nuevo libro.

–¿Quién encuentra a quién? ¿Cómo fue el primer encuentro de Fernando Rueda con Mikel Lejarza?

–Yo había coincidido con él en alguna radio en 1993, porque ese año publiqué La Casa, que es el primer libro de este país que aborda el asunto de los espías, y que abre las puertas de este mundo, y empezamos a comunicarnos de diferentes maneras. En una ocasión coincidí con él y su esposa, Mamen, que estuvo cinco minutos poniéndome a parir, porque entendía que no había hablado bien de su marido, mientras que él escuchaba con gesto serio. Poco a poco nos fuimos conociendo, hasta que hace diez años le dije que quería escribir una novela protagonizada por él, por El Lobo (El regreso de El Lobo), y estuvimos hablando con frecuencia. Le dije que tenía que contar su historia, su versión de los hechos, con la mayor sinceridad. Pasado el tiempo, y por sorpresa, un día me dijo: Fernando, ha llegado el momento. Y yo le animé a que lo hiciera él, pero insistió en que lo hiciéramos juntos. Y Mikel Lejarza me contó la historia de sus 40 años dentro del espionaje, y lo titulamos Yo confieso.

–A diferencia de lo que puede leerse en la anterior entrega, Secretos de confesión es más introspectiva, nos muestra las entrañas del hombre. Un hombre condicionado por su profesión.

–Sin duda. En Yo confieso hay mucha dosis de sentimiento, pero aquí es mucho más. Cuando yo voy a Bilbao a hablar con las hermanas de Mikel, ellas no sabían nada de infiltración ni de espía. Me encontré con el testimonio de dos personas, afectadas sin desearlo, por lo que había hecho su hermano. Me contaron la historia de sus padres, ya fallecidos, que formaban parte de una familia obrera, que hablaba euskera desde que nacieron, y que se encontraron a finales de los 70 con las paredes empapeladas con las fotografías de su hermano, pidiendo colaboración para matarlo. Y claro, sus vidas cambian, y lo que me impresiona es que no habían hablado con nadie, tampoco con su hermano. Seguían sin mencionar a ETA, como si permaneciera ese miedo de los años 80. Me contaron cómo su padre escuchaba pasos a su espalda por las mañanas, que es la mayor sensación de pánico que se puede tener.

–¿Qué queda de ETA?

–Mikel sostiene una teoría: ¿si ETA ha desaparecido, por qué no puede aparecer? Hay varios motivos. El servicios secreto le ha dicho que la amenaza sobre él es ahora superior. En el IRA hubo casos similares, ya una vez que desapareció, con resultados fatales. Sigue estando la amenaza de ETA y también está la de Bildu, que está removiendo e intentando contar la historia a su manera.

"Hay una batalla por el relato, tras estos cuarenta años de ETA, y cada cual intenta construir el suyo"

–¿Sigue siendo el hombre más odiado por ETA?

–Sin duda. Ha vuelto a publicarse una historia de infiltrados en un medio vasco, y ahí aparece Mikel de nuevo. Hay una batalla por el relato, tras estos cuarenta años de ETA, y cada cual intenta construir el suyo. El del entorno de ETA está muy claro, el situar a los infiltrados como un elemento nocivo, que actuaban contra ciudadanos vascos. Y Mikel no perseguía a ciudadanos vascos, perseguía a etarras.

–¿Espía, infiltrado, cuál fue la verdadera posición de Mikel Lejarza con respecto a la banda terrorista?

–En ETA, y en todo su entorno, sufrieron muchísimo la infiltración, porque fueron decenas de miembros detenidos. Ellos, en un principio, sostienen que Mikel ha sido miembro de ETA y que la policía es quien consigue convencerlo para que los traicione. Esa teoría es la que a ellos les beneficia más, porque le da categoría de traidor, lo que supone que no han sido engañados desde el principio. Aunque a lo largo del tiempo han ido cambiando de versión. La actual es que Mikel fue un espía de Franco, que participó en la detención, asesinato y tortura de miembros de ETA. Y es cierto que empezó con Franco, pero luego continuó con Suárez, con Felipe González y hasta ahora.

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro. / D. S.

–¿Se siente Mikel Lejarza/El Lobo abandonado o maltratado por el Estado?

–En muchos momentos sí se ha sentido abandonado y maltratado por el Estado. Posiblemente, ahora no. Puede ser que su relación con el “servicio” sea ahora mucho mejor que la que ha tenido durante mucho tiempo. Pero la realidad es que se lo han intentado quitar de en medio en diferentes ocasiones, enviándolo a misiones suicidas, como las de Argelia o México, que no sé cómo salió vivo. O cuando le encargan que se introduzca como agente negro en el independentismo catalán. Y un agente negro, que cobra por los fondos reservados, no pertenece oficialmente a ningún cuerpo de seguridad del Estado. En esta última misión, Mikel se traga el sapo y cuando lo detienen no dice nunca que trabaja para el CNI.

–¿Cree que algún día Mikel Lejarza podrá contarlo todo?

–Yo creo que una gran parte ya está contada. Sí es cierto que se sigue guardando información, y que tal vez dentro de tres años respondo de otro modo…

–Pasado el tiempo, y después de todo lo vivido, ¿cree que El Lobo volvería a pagar el precio que está pagando?

–Sí, seguro. Mikel lo ha pasado muy mal, ya que hablamos de cincuenta años sufriendo. El hábito de salir de un garaje y de sacarse la pistola y ponerla en el asiento del copiloto, preparada por si acaso, lo sigue teniendo. Y ya no le da ninguna importancia, porque ha convivido con eso toda la vida, ya no le afecta. Cuando paso varios días con él, es raro que alguna vez no dé varias vueltas en una rotonda… Lo sigue haciendo porque lo tiene plenamente interiorizado. Creo que le habría gustado desprenderse de estos hábitos, pero… Sí, volvería a pagar el precio porque tiene la certeza de que ha salvado vidas, y volvería a hacer exactamente lo mismo que hizo.

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