La consulta del especialista

¿Frío o calor?

  • En este artículo desvelaremos qué problemas son susceptibles de tratarse mediante frío local y cuáles mediante calor local seco.

¿Frío o calor ante una lesión?

¿Frío o calor ante una lesión?

Es la pregunta que muchos de mi pacientes me preguntan tras sufrir una lesión o un problema por el que acuden al médico. ¿Entonces es mejor frío o calor? Es la cuestión que no deja de ser importante pero no termina de quedar clara. En este artículo desvelaremos qué problemas son susceptibles de tratarse mediante frío local y cuáles mediante calor local seco.

Lesiones que se tratan con frío local

El frío reduce el flujo sanguíneo a 2-3 cm debajo de la piel, un 10% los primeros 10 minutos y hasta 50% en media hora. Es por ello por lo que se debe colocar al menos durante 30 minutos varias veces al día, pero nunca directamente sobre la piel, para no provocar una quemadura. Lo que buscamos es reducir la inflamación que provoca el dolor y la pérdida de movilidad.

-Tendinopatías: Hay muchas causas que provocan una tendinopatía. Lo más frecuente es que sea el resultado de prolongadas y repetidas sobrecargas mecánicas. Los cambios que se producen en el espesor del tendón son debidas, al comienzo del proceso, a microrroturas que provocan el deterioro del colágeno y conllevando a la producción de la fibrosis (tejido de cicatrización). El colágeno es un elemento fundamental del tendón y que es responsable de la mayoría de las propiedades de los tendones como es la capacidad de adaptación al esfuerzo y la elasticidad. Si se produce la fibrosis, el tendón deja de ser una “goma elástica” para convertirse en una “cuerda”, con la consiguiente peor adaptación al esfuerzo que en su estado natural. Las causas por las que se producen estas lesiones van estrechamente relacionadas con las características del ejercicio, la frecuencia, duración, intensidad, el tipo e idiosincrasia de la competición y a superficie de juego, entre otros se consideran los factores extrínsecos o que no dependen del paciente. En los últimos años la frecuencia de este tipo de lesiones se ha disparado debido al incremento de frecuencia e intensidad de los entrenamientos y un ritmo de competición más exigente y extenuante.

Frío en una lesión de rodilla. Frío en una lesión de rodilla.

Frío en una lesión de rodilla.

-Fracturas: Una vez que se produce el traumatismo, se forma un hematoma en el foco de fractura debido a la hemorragia producida en los extremos óseos y los músculos que rodean los fragmentos fracturados, dando lugar a un coágulo. Tanto el hueso como el músculo poseen una vascularización muy rica, de ahí que se forme ese hematoma. Éste se encarga a partir del 4º día desde que se produce la lesión, de atraer a las células que van a comenzar a reparar el hueso fracturado. Es muy importante para la consolidación. Las células del coágulo son los primeros que activan el proceso de reparación. Eso se llama OSTEOINDUCCION. De ahí que podamos apreciar hematomas en las zonas fracturadas, el llamado “derrame”. A continuación se desarrolla a las pocas horas de sufrir la fractura una reacción inflamatoria local. Se produce un aumento de la vascularización alrededor del foco con exudado de plaquetas que son las células encargadas de frenar la hemorragia y leucocitos como células mediadoras de la inflamación. Éstas dos se encargarán de activar y reclutar a un tercer tipo de células llamadas macrófagos, que son las encargadas de eliminar todas las células muertas como consecuencia del traumatismo, fagocitándolas. Además, otras células llamadas osteoclastos, comienzan a regularizar los extremos de los huesos fracturados.

El dolor y la incapacidad funcional son los principales predictores de la evolución hacia una prótesis

-Artritis: La artrosis es la causa más frecuente de dolor articular. Suele estar “dormida” durante largos períodos de tiempo. Sin embargo, una caída, un cambio en la estación del año, un aumento de peso pueden provocar que esa artrosis se despierte convirtiéndose en artritis que es la inflamación de dicha articulación. El paciente no puede realizar sus actividades de la vida cotidiana como puede ser su aseo personal, realizar ejercicio físico o simplemente ponerse unos calcetines. A veces la causa de esa discapacidad es el dolor, otras veces es debida al estrechamiento de las superficies articulares o al malalineamiento de una extremidad como ocurre en la gonartrosis severa, donde las rodillas, literalmente se tuercen hacia afuera; otras veces por la debilidad muscular asociada a la artrosis que puede provocar cierto grado de inestabilidad. La artritis provoca además del derrame dentro de la articulación, calor, enrojecimiento y dolor no sólo con el movimiento sino en reposo y sobre todo, por la noche, impidiendo el descanso nocturno.

Lesiones que se tratan con calor seco local

El calor se debe aplicar de forma similar a como hemos comentado con el frío local. Es importante que sea calor seco y no, por ejemplo el de la ducha al dirigir el chorro de agua caliente a la zona del dolor durante unos minutos. Al salir y tras secarnos se producirá un efecto rebote y dará lugar a una contractura muscular mayor que antes de aplicarnos el calor. Lo que buscamos es relajar la contractura muscular y que así ceda el dolor.

Dolor de espalda. Dolor de espalda.

Dolor de espalda.

-Dolor de espalda (ya sea cervical, dorsal o lumbar): El dolor en la parte baja de la espalda (lumbalgia) asociado o no a dolor en la pierna, es muy frecuente, especialmente. Dicho dolor es causado por alteraciones de las estructuras que forman la columna vertebral a ese nivel: los ligamentos, los músculos, los discos intervertebrales y las vértebras. Este dolor lo llamaremos como agudo si dura poco tiempo, unos días o unas pocas semanas. El dolor se define como crónico si dura más de 3 meses. La columna lumbar es el segmento final de la columna vertebral y la zona que soporta más peso. Por ello, las lesiones son más frecuentes. El 60% de la población sufre de cervicalgia en algún momento de su vida. La incidencia de dolor a este nivel puede tener una prevalencia de 83 por cada 100.000 habitantes. No hay patrón de edad pero se estima que el intervalo donde se registra más incidencia de dolor cervical es entre 13 y 90 años, siendo más frecuente en el sexo masculino que en el femenino. En el 15 % de los casos, en la mayoría de estudios y guías consultados, hay un antecedente traumático como etiología. El resto se debe a mala higiene postural, sobrecargas en el lugar de trabajo o enfermedades degenerativas como la artrosis o la espondilitis. Sin embargo, un tercio de los pacientes con dolor cervical tienen correlación en las pruebas de imagen como la presencia de una protusión discal o hernia. Aún así, el dolor cervical es menos frecuente que el dolor lumbar. El patrón de presentación puede variar pero lo normal es que los pacientes padezcan dolor durante al menos tres meses antes de consultar con el especialista y lo normal es que haya períodos de reagudización o mejoría a lo largo del año. A nivel laboral constituye uno de los caballos de batalla, ya que es un de las causas más frecuentes de incapacidad laboral transitoria. El otro ámbito donde el dolor cervical adquiere mucha relevancia es el aspecto médico-legal, en lo relacionado con las secuelas producidas por un accidente de tráfico, el típico latigazo cervical o el término anglosajón whiplash injury.

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