FÚTBOL SALA

Juan Emilio regresa a la Selección Española tras pasar su peor momento

Juan Emilio en uno de los entrenamientos del combinado nacional de cara a sus compromisos mundialistas.

Juan Emilio en uno de los entrenamientos del combinado nacional de cara a sus compromisos mundialistas. / D.A. (Faenza)

“Ahora me encuentro en el mejor momento de mi vida a nivel personal y deportivo”. Son las palabras de Juan Emilio, el pivot almeriense de Quesos El Hidalgo Manzanares e internacional con la Selección Española. En una temporada en la que ha marcado nueve goles en quince partidos y ha regresado al combinado nacional para defender los colores de su país, ese mensaje entra dentro de la lógica de un exitoso deportista que está cumpliendo sus sueños.

No obstante, hay una intrahistoria detrás de todo esto. Como cualquier persona, la vida de un jugador de fútbol sala está condicionada a cambios y situaciones complejas. No todo es de color de rosa. En una sociedad que vive inmersa en un cambio de mentalidad con respecto a la salud mental, el ejemplo de Juan Emilio es un ejemplo y una muestra de que nadie está a salvo de vivir malos momentos.

El pivot vivió una etapa deportiva sobresaliente hace cuatro años, cuando era un fijo en la Selección y era objeto de deseo de los mejores equipos de Europa. Pero algo no iba bien. Su mente no se dirigía al mismo punto que su fútbol. Y decidió parar. “Siempre he sido una persona reservada y quizás ese fue uno de mis fallos, no explicar bien las cosas”, comentó en un vídeo que ha publicado recientemente la RFEF.

Juan Emilio celebra uno de los goles de la Selección Española en el partido contra Italia. Juan Emilio celebra uno de los goles de la Selección Española en el partido contra Italia.

Juan Emilio celebra uno de los goles de la Selección Española en el partido contra Italia. / RFEF (Faenza)

El jugador incluso ha confesado que “no quería levantarse de la cama”. En ese momento, el almeriense militaba en el Gazprom Ugra ruso, que lo fichó tras pagar su claúsula al Peñíscola. Durante su año y medio en el este de Europa, la situación se comenzó a complicar, por lo que regresó a España para vestir los colores del Jimbee Cartagena en un movimiento que auguraba grandes éxitos a los murcianos.

Sin embargo, este trayecto tuvo un corto recorrido, ya que en noviembre de 2020, pocos meses después de aterrizar en tierras cartageneras, se retiró del fútbol. En principio, lo hizo para alistarse en el Ejército, pero fue la excusa que encontró para no contar lo que ocurría en realidad. Sus problemas personales lo arrastraron a un tiempo de parón y paz mental alejado de las pistas.

"Tuve que decir eso porque yo me encontraba mal y quería salir de allí. Fue como una excusa que tuve que poner para poder salir y estar bien. No salí para irme a otro equipo. Me tiré dos años enteros para mí. Sanándome a mí", señaló el gadorense en un duro relato en el que refleja un doloroso malestar.

Tocar fondo muchas veces se traduce en coger impulso y llegar más alto

En este tiempo, su novia ha sido un pilar fundamental en su vida. “Hemos tenido muchos baches, sobre todo por mi parte, pero ella siempre me ha dado la mano. Ha confiado incluso en los momentos en los que yo no lo hacía”, asegura el futbolista. Tras su paso por el El Ejido Futsal, volvió a Primera División de la mano de Manzares y ha vuelto a instalarse en la élite del fútbol sala nacional.

El círculo se cerró cuando Albert Canillas volvió a convocarlo para la Selección Española junto con Pani y Cortés, otros dos almerienses que se juntaron con Juan Emilio en la concentración. Para el jugador del Manzanares “era inviable volver” tras renunciar a ir al combinado nacional en ese fatídico 2020, en el que sin mayor explicación no acudió a la llamada del seleccionador.

“Volví a nacer cuando vi la convocatoria”, admite. Ha vuelto, y de qué forma, con dos goles y una asistencia en las dos victorias de España contra República Checa e Italia camino al próximo Mundial de 2024. Un regreso soñado para un deportista que ha contado su experiencia, sus vivencias, sus temores y miedos. Porque tocar fondo muchas veces se traduce en coger impulso y llegar más alto.

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