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Un campeón no especula

  • España juega con fuego ante Croacia y, afortunadamente, se encuentra con el gol de Jesús Navas en el minuto 88 .Xavi, Iniesta y compañía, tal vez por orden de Del Bosque, no sabían si era mejor atacar o defender.

España sigue en la lucha por revalidar su título de campeona de Europa. Esa noticia, en teoría, no debía suponer mucho cuando recién ha concluido la primera fase de la Eurocopa para los hombres de Vicente del Bosque, pero, visto lo acontecido anoche en Gdansk, los aficionados al fútbol que sienten con la selección seguro que respiraron hondo cuando Jesús Navas le pegó un pepinazo al balón a puerta vacía en el minuto 88. Ese gol no sólo servía para derrotar a Croacia sino que le ponía el punto final a un sinvivir algo extraño, a un partido en el que no se supo casi en ningún momento a qué estaba jugando España. Eso sí, los italianos seguro que tienen que hacer una profunda reflexión sobre la honradez deportiva, tal vez mirar hacia sus adentros.

Porque España se engañó más a sí misma que a los italianos en su duelo de ayer contra Croacia. El equipo de Vicente del Bosque padeció un extraño síndrome, el de jugar con el freno de mano echado en todo momento sin que esto le garantizara el éxito. Más bien todo lo contrario, ya que el cacareado pacto del 2-2 era imposible sin que ninguno de los dos equipos fuera capaz de marcar ni un solo gol y encima Italia, ésta sí, cumplía con el guión de hacer un tanto fácil a la Irlanda del muy italiano Trapattoni. Eso multiplicaba por varios enteros la posibilidad de una tragedia deportiva para Xavi, Iniesta y compañía, la opción de un gol del adversario que pudiera acabar con un sueño más que legítimo, como es enlazar tres triunfos seguidos en Eurocopa, Mundial y Eurocopa.

Pero España apostó por no correr riesgos desde el minuto 1 hasta el 94, por tocar la pelota casi siempre en horizontal obviando casi siempre los pases hacia el único delantero, en este caso Fernando Torres. Como, además, los desmarques de ruptura de la segunda línea, como ante Irlanda y frente a Italia, no se producían, el resultado era una selección desconocida, incapaz de generar emociones a los suyos. Aquello, básicamente, consistía en dejar pasar los minutos, uno detrás de otro, con la misión casi exclusiva de que no sucediese nada. Ni en un área ni en la otra, que no se alterase jamás el discurrir de los acontecimientos y que los dos porteros fueran meros espectadores.

Croacia, lógicamente, también había aceptado el método, entre otras cosas porque su seleccionador olvidó cualquier apuesta ofensiva y optó por colocar a dos laterales, Srna y Pranjic, por delante de los dos laterales que ejercían como tales. Slaven Bilic, seguro, ideó un partido de un cuarto de hora de duración a partir del minuto 75 y ahí era donde tenía que tratar de imponerse a España. Era una manera, sin duda, de aceptar su inferioridad y de jugárselo al final al todo o nada.

No le salió bien la jugada a Croacia, entre otras cosas porque el fútbol siempre cuenta con el elemento azar y el sevillista Rakitic, en la ocasión más clara de su selección, evidenció que el remate de cabeza no es la suerte que más domina para provocar que Casillas se luciera en un paradón. Corría la hora de juego más o menos y España había superado el principal susto que le iba a deparar todo el choque. El segundo no llegó a ser tal porque Corluka no aprovechó una mala salida en un córner del propio Casillas, aunque también influyó lo suyo el agarrón defensivo de Busquets al central balcánico.

Esa acción aconteció en el minuto 86, justo dos antes de que Cesc hallara por fin el desmarque de Iniesta y éste le diera el gol a Jesús Navas para que el palaciego empujara con violencia el balón a las redes a puerta vacía. Se finiquitaba de esta manera un partido en el que ninguno de los dos contendientes iba a llegar a tener dos ocasiones claras de gol. En el caso de los croatas, Rakitic se topó con Casillas; cuando le llegó el turno a quienes ayer vestían de azul Iniesta tuvo la clarividencia para darle la pelota a Jesús Navas, que corría a su lado.

España, afortunadamente para ella y también para Del Bosque, que dejó al equipo sin delantero para colocar a un Jesús Navas que no sabía a quién enviarle los centros, había salido airosa de ese planteamiento medroso y sin mucho sentido. Pero los campeones siempre tienen un partido, o más, en el que juegan al filo de la navaja y acaban saliendo con la sonrisa de oreja a oreja. Cabe esperar que a España ya le haya llegado ese día y que a partir de ahora comience a tener más clara cuál es la línea a seguir. Es complicado, sin duda, entrar a un partido sin saber si se debe atacar o es mejor defender y eso fue lo que le sucedió a Del Bosque. O al menos eso, la incertidumbre del técnico, fue lo que transmitieron los suyos en todo momento. Hasta que respiraron hondo con el disparo de Jesús Navas.

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