Festival de Música Renacentista y Barroca

Aarón Zapico, de Forma Antiqva: "Hay que acabar con las etiquetas; yo puedo oír desde Bach a C. Tangana"

Aarón Zapico es un músico moderno que toca música antigua.

Aarón Zapico es un músico moderno que toca música antigua. / Diario de Almería

Aarón Zapico es director artístico de Forma Antiqva, regresa un año más al Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco, donde ya es asiduo.

–Forma Antiqva vuelve hoy otra vez al Festival de Vélez Blanco. ¿Cómo es su relación con este festival?

–Llevo trabajando en el festival siete ediciones. Me tuve que perder una por compromisos con la Fundación Princesa de Asturias, pero soy un fiel seguidor del festival. Es una relación que viene de lejos y con la que estoy muy a gusto, tanto a nivel personal como profesional. Es un festival de los que tiene más solera en España y que apuesta de forma firme decidida por el tejido del sector español, tanto por el más teórico como más práctico. Compartir cartel con gente como Jordi Savall es un privilegio y un lujo. Cumple todos los requisitos tanto profesionales como personales poder estar en un enclave tan mágico como Vélez Blanco y disfrutar de su gastronomía y su entorno.

–Un programador dice de ustedes que no son Les Arts Florissants, ni Les Musiciens du Louvre, ni falta que les hace. Remarca que tienen sus características propias. ¿Cuáles son para quienes no los conozcan aún?

–Sería muy prepotente compararnos con otros grupos. Pero claro que cada uno tiene su personalidad. Somos un grupo de música barroca que llevamos 20 años luchando en la primera línea del sector de la música clásica en España. Eso ya nos da una credibilidad y trayectoria por la cantidad de años que llevamos batiéndonos el cobre. Somos un grupo moderno que tocamos música antigua. Intentamos ser artistas de nuestro tiempo, relacionándonos con el público de una forma muy directa e intima. Tocamos por y para el público. Tenemos una cultura más pop o rock.

La frase que defendemos y que está relacionada en el espectáculo Farándula Castiza (el que presentan hoy) es que los autores que forman parte del repertorio no son ni Bach, ni Händel, ni falta que hace. Es un programa en el que mostramos la riqueza y exuberancia de la música española del siglo XVIII, sin ningún tipo de complejos, ni sentimiento de inferioridad. Lo tocamos de una forma honesta, extrovertida y muy directa. Estamos convencidos de que la calidad de nuestro repertorio está a la altura del francés o centroeuropeo que está mucho más valorado pero que sentimos que estamos al mismo nivel. Parece que lo de fuera siempre es mejor, más brillante y más grande, pero no.

Aarón Zapico, miembro de Forma Antiqva. Aarón Zapico, miembro de Forma Antiqva.

Aarón Zapico, miembro de Forma Antiqva. / Diario de Almería

–Este año presentan ‘Farándula Castiza’, que ha obtenido un premio del Sello FestClásica 2021. ¿Qué van a encontrar los espectadores en este espectáculo?

-Es un proyecto que reúne tanto la investigación musicológica como el rigor clásico de la interpretación pero desde unos parámetros del siglo XXI. Somos conscientes de que ese mensaje tiene que llegar y ser entendido por la gente de nuestro tiempo.

–¿Cómo es el proceso previo para perfilar el repertorio de un espectáculo cómo este? La investigación, el acercamiento a las obras desconocidas para la mayoría…

–Como director musical y artístico, el primer pensamiento es un poco global. Ver desde lejos qué queremos hacer y cuál es el mensaje que queremos lanzar. En este caso es mostrar la exuberancia del repertorio español del siglo XVIII. Todo tiene una línea argumental, que comienza y acaba y en el medio pasan cosas tristes, alegres, melancólicas… Todas las emociones del ser humano. Al final el público se enfrenta a una historia, más que a una sucesión de música. Intentamos que no se queden indiferentes. Los ingredientes de esa historia son el rigor en cuanto a la investigación y a tocar de la forma más extraordinaria posible.

–La pandemia ha cambiado el formato de las actuaciones musicales con aforos reducidos, el público sentado, la distancia y demás. ¿Un músico clásico o de música antigua nota menos la diferencia? ¿Está más acostumbrado? ¿O también ha tenido que haber un proceso de adaptación por vuestra parte a esta nueva realidad?

–También hemos notado mucho la disminución del público. Ese cambio a nuevos formatos y equilibrios. Aunque no llenemos estadios de fútbol con 60.000 personas coreando las canciones, existe un paralelismo en un auditorio de 500 personas. Puedes lograr una comunión con el público muy intensa, con la emoción a flor de piel. La falta de público ha sido muy dolorosa. Incluso ahora con los auditorios a medio gas, uno necesita habituarse. El año pasado, cuando tocamos por primera vez en julio en el auditorio de El Escorial y fue muy emocionante y eso que había muy poca gente, porque aún no se atrevían a salir de casa.

–Uno de los objetivos del Festival de Vélez Blanco es acercar la música clásica al público joven. ¿Cómo se puede lograr que alguien que escucha a C Tangana por la tarde vaya por la noche luego a un entorno como el Castillo a escuchar a Forma Antiqva?

–El mejor ejemplo somos nosotros mismos. Yo en el teléfono escucho a C Tangana, Cardi B, Xoel López, Manel… Absolutamente de todo. Lo que tenemos que hacer es que abandonar la dictadura de la industria musical de poner etiquetas a todo. Una persona puede escuchar todo tipo de música. No por ser joven solo puedes escuchar reggaeton, y por ser músico clásica oír solo eso. La música es infinita. Lo bueno es que podemos disfrutar de toda por igual, independientemente de nuestra edad, nuestro trabajo… Yo disfruto de la misma manera una cantata de Bach que una sinfonía de Verdi o una opera de Händel.

–Quienes vivimos ajenos a este mundillo, la imagen que nos hacemos de un director de orquesta es de una persona seria, que se pasa el día escuchando a los clásicos y todos esos prejuicios. Para acabar con ellos, cuéntenos que música escucha en su día a día. ¿Qué le gusta?

–Tenemos que abandonar esos prejuicios. Incluso a nosotros nos interesaron y los alentamos: esa imagen del intelectual que parece que va en esmoquin por casa. Forman parte de otra estética. Todo va evolucionando, como la gastronomía y el vestuario. Tenemos que ser conscientes de que la música nos ha invadido. Tenemos al alcance cualquier obra del mundo de la historia de la humanidad en el teléfono. Hay que ser conscientes de esa riqueza, disfrutarla y no ponernos puertas. Una vez escuché a un intelectual que decía que es el ignorante el que se rodea de una valla para que nada le pueda perturbar. Tenemos que romper esa valla y absorber todos los estímulos. Voy en el coche o corriendo oyendo música que antes no tenía ni idea, por ejemplo Jaco Pastorius, hace poco que descubrí a este bajista y me parece fascinante. Hay que tener curiosidad por descubrir.

–En su caso, por ejemplo, y de sus hermanos, que son gente joven, ¿cómo surgió ese amor por la música clásica?

–Para ser músico profesional, en nuestra generación de 35-40 años, todos hemos empezado desde los ocho años a estudiar música. Es una carrera que exige mucho tiempo y dedicación. Y sobre todo haber pasado unos años de joven con un aprendizaje muy muy duro. Es como el deporte de alta competición: uno no puede pretender ser deportista empezando a los 25 años. El cuerpo necesita haber crecido con el instrumento y haber desarrollado tus facultades al mismo tiempo que tu cuerpo.

En mi caso empecé tocando el piano. Cuando estaba acabando me pude introducir en la música antigua, la lutería y todo esto. Fui conociendo ese mundo y es como un barco que va a la deriva porque soplan vientos nuevos. Sopló y me dejé arrastrar y me fascinó desde el primer momento. Y al final recalé en la música antigua. Hice un montón de cursos por toda Europa. Con la perspectiva de los años veo que fue un proceso muy natural. No hubo nada forzado.

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