Estamos en un momento envidiable en la religiosidad popular. Tras el paréntesis de la COVID-19 se ha producido un revulsivo en muchos aspectos en las hermandades, entiendo que será fruto de que algo se está haciendo bien.

Sí, me refiero al aumento de nazarenos para ir llevando insignias o simplemente como tales portando un cirio. Sí, es de reseñar que el aumento de mujeres ataviadas con la mantilla ha desbordado las previsiones de muchas hermandades.

De hecho, con tan sólo un año de existencia la Asociación de la Mantilla ha conseguido que se dé a conocer y que se implique en la vida diaria de la hermandad. En los costaleros tambien se ha implementado la nómina de éstos en algunos pasos “que estan de moda, como los misterios”.

Pero nos nos quedemos en modas o en lágrimas cuando las juntas de las cofradías tienen que tomar decisiones. Seamos consecuentes en las hermandades, somos todos necesarios. Las juntas de gobierno tienen que verse arropadas, no pueden o deben de ser sólo el hermado mayor junto con un grupo reducido de miembros de la junta los que lleven todas las tareas durante todo el curso. Debemos de implicarnos, asumir responsabilidades.

Habrá elecciones en varias hermandades, será el momento de asumir responsabilidades, será el momento de arrimar el hombro, que nuestra fe sea contagio a los que nos siguen.

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