Análisis

juan manuel martín robles*

Un hombre comprometido con la cultura almeriense

F IGURA imprescindible de la Cultura almeriense de la segunda mitad del siglo XX, Artero fundó, promovió y colaboró en casi todas las iniciativas culturales que entre 1950 y 1990 se pusieron en marcha en Almería. La ciudad "amada" que nunca abandonó, a pesar de las oportunidades que se le presentaron.

Vinculado a la fundación en 1971 de la Tertulia Indaliana, cenáculo del que fue asiduo asistente proactivo, y a la organización en Almería, entre otros eventos culturales, del Centenario del poeta Francisco Villaespesa (1977), la conmemoración del 20 y el 30 Aniversario de la muerte de Celia Viñas (1974 y 1984) o el Homenaje a Ramón Gómez de la Serna celebrado en 1989 con motivo del 26 Aniversario de su fallecimiento, entre las iniciativas culturales en cuya fundación tuvo Artero un papel relevante hay que destacar el Ateneo y el Instituto de Estudios Almerienses.

En abril de 1974, con el objetivo «no de sustituir a los Indalianos o de monopolizar la cultura almeriense, sino de crear una alternativa cultural a la indolencia, de llenar el enorme vacío que, en el campo cultural, era patente en nuestra provincia en los últimos años», como en 1992 recordaba Romero-Miura, Artero lideraba el grupo fundacional del Ateneo de Almería.

Una institución de corte liberal cuya primera Junta Directiva era designada el 3 de diciembre de 1974, siendo entonces Artero elegido Presidente. Cargo que ocupó hasta 1978. Cuatro años que, a pesar de las dificultades que desde el establishment cultural almeriense se le plantearon, Artero calificó de «realmente felices».

Dos años después de dejar la presidencia del Ateneo, Artero formaba parte de los promotores de una nueva iniciativa provincial: el Instituto de Estudios Almerienses. Un organismo, constituido en julio de 1980 por acuerdo plenario de la Diputación Provincial, de cuyo primer Consejo de Dirección formó parte José María como Vocal del área de Ciencias.

Asesor del Instituto en materia editorial desde su fundación, Artero fue el primer impulsor de la labor editorial del IEA, promoviendo y coordinando la vocalía de Publicaciones entre 1986 y 1988. Como en 1992 recordaba Valles Calatrava, «fue él quien promovió la publicación y coordinó técnicamente la edición de bastantes libros de los que hoy constituyen el fondo bibliográfico del Instituto y acometió especialmente la empresa de recoger y preparar los materiales y dar a la luz los primeros números del Boletín de Ciencias y Letras».

*Director de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino

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