República de las Letras

No a otro Algarrobico

El Cortijo Las Chiqueras, en la Bahía de los Genoveses, no debe convertirse en otro Algarrobico

Un cortijo rehabilitado para turismo rural -como ha dicho la consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía, la abderitana Carmen Crespo (PP)- no es un hotel de cuatro estrellas. Esta es la enésima vez que se usa la figura de la rehabilitación de una edificación existente para cambiar el uso de la tierra y sobrepasar las dimensiones iniciales en busca de lucro. Y la enésima también que eso se hace en terreno con figura de protección medioambiental. Por cierto, no sé si en lo de Desarrollo Sostenible se incluyen competencias propias de la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local -que hay que ver, por alicatar bien, los nombres tan largos que les ponen ahora a las consejerías-. Pero no divaguemos: el Cortijo Las Chiqueras, situado en la Bahía de los Genoveses, y rehabilitado y cambiado su uso, de ganadero y residencial relacionado con esa actividad, a edificación de turismo rural, NO DEBE CONVERTIRSE EN OTRO ALGARROBICO. Ya conocemos lo ocurrido, el mamarracho construido en aquella playa y los años que lleva paralizada su demolición. De una vez por todas, hay que disuadir a los especuladores y grupos de inversión de construir en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar -que, por cierto otra vez, afecta no sólo a este último municipio, cuya alcaldesa, Esperanza Pérez (PSOE), ha salido tan airada por la prensa a defender la construcción del hotel: también tendrá algo que decir en este asunto el Ayuntamiento de la capital, con su ínclito alcalde a la cabeza-. Esta es otra oportunidad, digo, para disuadir al capital de poner sus garras especuladoras en el Parque. Y sí, la posición de esos 80.000 firmantes contra la construcción del hotel en Los Genoveses es ideológica. Claro que lo es. Consiste en: 1.- La defensa de los valores naturales del Parque. 2.- La evidencia de que se trata de una especulación con intereses lucrativos que chocan con los intereses medioambientales de los almerienses actuales y de las próximas generaciones. Y 3.- La convicción de que, como estamos viendo con la actual pandemia, nuestra dependencia del turismo de sol y playa es excesiva, negativa económicamente y perjudicial para nuestros activos naturales.

Además, hay intereses locales, pues existen núcleos turísticos en esa zona que por su desarrollo podrían acoger perfectamente una iniciativa de esas características.

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