De entrada, no se trata de una ministra perro-flauta, ¿verdad? Que un plante de ese estilo, dejar tirada a la plana mayor de una buena machada, se asocie a chiquilladas irreverentes de rojos filoetarras, socialcomunistas, filoindependentistas, y demás productos patrios que se han aliado para que en Catalunya estén pidiendo tiempo muerto para organizarse los despistados siempre divergentes indepes, que se han aliado para demostrar a la ideología liberal de mercado que es un dogma absurdo el del imprescindible crecimiento de la economía para que se pueda crear empleo, que se han aliado para evitar que nos gobierne un grupo de elegidos que ahora sí se encarga de recordarnos que las comisiones son legales, que las contrataciones de material defectuoso (pero solo en sus administraciones) fueron consecuencia de la premura y urgencia con la que había que socorrer a compatriotas enfermos; que se han aliado para evitar que nos gobiernen quienes no tienen pudor en aliarse con aquellos otros que no se avergüenzan por distinguir españoles de primera y españoles de segunda. Pues eso, que a la gente de bien no le ha debido sentar más que regular que la ministra de Asuntos Económicos y Transición Digital, a la vez que Vicepresidenta Primera, haya rechazado salir en una foto, como única mujer, junto a otros tres varones.

Y ocurre que uno que ni andaba por allí, presidente de "los empresarios que están muy comprometidos con que la mujer ocupe el lugar que le corresponde", pues no ha tenido a mal lanzar su comentario valorativo. Hay que reconocer que no ha quedado como perfecto imbécil, a la altura de ese tal Sánchez que luce bastante mal por segundo apellido Galán; pero que tampoco apunta a luces medias con ese apunte del "postureo de la señora ministra".

Es muy fácil criticar cualquier actitud, siempre habrá detractores y partidarios de cualquier propuesta, ya sea por sus contenidos, ya sea por las personas que las proponen. Pero es imprescindible sentar precedentes: si hay mujeres, deben verse. Y punto.

Evitar fotos no es tarea fácil, es el momento en el que los egos se ajustan el cinturón, se fijan las hombreras, se alisan los tupés y se ponen las mejores sonrisas. Todo ello ayuda, enormemente, a que en nuestra cabeza no pueda caber otra idea, por pequeña que pueda ser. Por tanto, si a Calviño sí le entró en la cabeza en ese momento, es porque se trata de algo muy importante.

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