Formación, fondos europeos y futuro

Para adaptarnos al progreso digital es indispensable adecuar la formación académica a las nuevas necesidades de la sociedad

La industria 4.0 se presenta como una gran oportunidad, si somos capaces de afrontar los nuevos retos que nos supone su adaptación y su correspondiente respuesta, en la expansión e inversión en tejido y estructuras digitales, así como el fomento de los diferentes ecosistemas de cuarta generación, para poder desarrollar proyectos y propuestas que incentiven el desarrollo de los territorios.

Los Fondos europeos son una buena oportunidad para poder reconvertir toda la industria o gran parte de ella, el tejido económico y, por una vez en la historia, estar a la altura de las exigencias que nos depara el futuro de nuestra sociedad, de nuestros hijos e hijas. Pero para acometer este desafío, la administración pública debería conectar con previsión y antelación con todos los actores sociales, económicos, académicos y culturales para tomar una decisión de conjunto y comprometida con un proyecto común que mire más allá de los personalismos e individualismos y que acepte la responsabilidad de liderar una planificación real, común, colectiva y de futuro. Es, por ello, fundamental incentivar a los jóvenes hacia las nuevas carreras científicas y tecnológicas denominadas STEM; fomentando una cultura innovadora, basada en los principios y valores; impulsando el talento como base del desarrollo y el progreso, la iniciativa y la innovación. Para adaptarnos al progreso digital es indispensable adecuar la formación académica a las nuevas necesidades de la sociedad. Siendo importante facilitar el acceso a la formación y a las mejoras de las condiciones educativas y formativas. Lo que implica un mayor apoyo constante a la capacitación y a la digitalización, tanto de la población, en instituciones y administraciones públicas, como en las empresas y organizaciones no gubernamentales. Toda la estructura social debe articularse conjuntamente y bien coordinada para alcanzar los estándares más óptimos para el desarrollo y así mantener las cuotas de confort y bienestar de la sociedad. Una sociedad competitiva y bien gestionada supone una sociedad libre, independiente y con capacidad de decisión.

Y con la transformación digital se hace preciso un marco legal que lo regule, que defienda los derechos de los consumidores, de los trabajadores y de las empresas. Crear un marco jurídico que asegure los derechos y libertades del nuevo espacio social que se está construyendo, articulada con la colaboración pública-privada, con la convicción firme de afrontar un gran desafío.

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