¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

¡Hey!

Dos buenas noticias para los españolazos: el reconocimiento de la RAE de Berlanga y la reivindicación de Julio Iglesias

En medio de la tempestad y la zozobra, los españolazos hemos recibido estos días dos buenas noticias: la inclusión de la palabra berlanguiano en elDiccionario de la Real Academia y el lanzamiento de una nueva versión de la canción Bohemio, cantada a dúo por Andrés Calamaro y Julio Iglesias; un reconocimiento y una reivindicación que vienen a aportar un poco de pique a las secciones de Cultura de los diarios. Aparte está la edición en cinco tomos como chuletones de Ávila de la Obra Completa de Chaves Nogales, pero a eso dedicaremos otro día y otras galas.

Que la palabra berlanguiano, na exigía la legitimación de los señores académicos estaba fuera de toda duda, aunque hayan optado por dos definiciones tan sosas como "Perteneciente o relativo a Luis García Berlanga, cineasta español, o a su obra" y "Que tiene rasgos característicos de la obra de Luis García Berlanga". La memoria de este anarcoburgués que rodaba en chaqueta de tweed y coleccionaba guarrerías en el desván, modernizador de la burla quevediana y del esperpento de Valle-Inclán, merecía una mayor aplicación por parte de las altas eminencias de nuestra lengua; al menos unas palabras que hubiesen estado mínimamente a la altura de ese monumental fresco de las bajas pasiones ibéricas que es La escopeta nacional o de esa tragicomedia machadiana que es La vaquilla. Don Luis merecía mucho más que un rincón desganado en el diccionario, pero nos daremos por contentos, porque no están los tiempos para dengues.

La segunda alegría es la inesperada reivindicación de Julio Iglesias por Calamaro. A Julio (así, a palo seco, como Federico o Felipe) este país de envidiosos nunca le ha perdonado que gozase del favor de las niñas de derechas, secreto objeto del deseo de buena parte de nuestra progresía. Sin embargo, para muchos en el exterior ha sido el gran crooner español, el hombre que revitalizó la canción ligera hispanoamericana con orquestaciones imposibles y coros que más bien parecían serrallos de uríes oxigenadas. Algunos, los que confunden la patria con el Ministerio de Hacienda, le reprochan su residencia y tributación en Miami, pero sólo un necio considera a la Florida como un territorio extraño para el alma hispana. Hay temas de Julio cargados de sabiduría cervantina (Quijote) y otros que parecen escritos en coplas de pie quebrado (la vida sigue igual). Sobre todo, Julio es el hombre que, desde un yate y de riguroso traje negro, como un hidalgo de la España áurea, nos enseñó que hay que ser felices con un vaso de vino y un trozo de pan, pero también, como no, con champán y caviar. No es poca enseñanza. En su honor va este ¡Hey!

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