Si partimos de la base que la poesía no la concibo si no es como un proceso iniciático donde un ser humano concreto establece un dialogo entre cuerpo, alma y espacio, podría aseverar que poco o nada puedo reprochar a los hermanos Paneros si lo comparase, que evidentemente no lo hago, con los hermanos Machado. Túa Blesa, Catedrático de Literatura de la Universidad de Zaragoza establece, en contra de una afirmación de Federico Utrera, que era un disparate comparar a Los hermanos Panero con los hermanos Machado, porque la actitud de unos que fue mucho más difícil y de obstáculos que la de los otros. Quizás, hablamos de dos sucesos poéticos -establezcamos suceso poético como el milagro de la poesía hecho ser- muy similares y excepcionales. Los hermanos Paneros, por ser coetáneos, quizás los tememos más a mano y palpitándonos sus versos aún más vivos entre las manos. Podríamos jurar y perjurar que quizás son más esnob y más trasgresores que sus predecesores. Y no lo niego. Superado ya el simbolismo y el determinismo, a qué más podemos optar. Quizás a la modernidad, la misma que vaticina el cambio de era y que sin embargo establece que son los mismos interés los que están en ristre y lo que cambia en realidad son los actores -mismo perro con diferente collar, podríamos afirmar- para seguir manteniendo el estatus de poder y el control. Ante tanta ignominia e impertinencia, sobre todo por parte de este joven autor que subscribe estas líneas, podría decir en mi defensa -si es que existe algún tipo de posibilidad- que la genialidad que existe entre los hermanos Machado y los Paneros, más que razones para enfrentarlos o que los acerquen, es el tándem o la dualidad que establecen los miembros de una misma familia, criados y formados en un seno semejante. Dados a las mismas oportunidades y los mismos favores, tantos unos por el Régimen de turno como por la disidencia militante que abanderaron los otros. Inclinarse por unos u otros autores es establecer una opinión que, como todo movimiento íntimo, viene dado por oscuras razones que doblegan la pureza del alma -ahora sí, en clave poética- y que poco espacio podría dejar para la imaginación -lejos, evidentemente, del dogma y el artificio-. Tanto los hermanos Machado como los Paneros echan un pulso al orden establecido y lucha por mantener la supremacía literaria.

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