El medio y el ambiente

Medio inadecuado y ambiente hostil

Tenemos un Congreso con Diputados españoles, en España. La lengua oficial de España es el español

Dado que el título genérico de esta sección, no por casualidad, es “el medio y el ambiente”, hoy lo utilizo como guía para expresar algunas de las sensaciones que siento sobre el medio en el que nos encontramos y el ambiente que detecto.

Para que un sistema vivo progrese, por una parte, debe estar en un medio adecuado, que favorezca el crecimiento de la población y, por otra parte, debe vivir en un ambiente que le sea propicio para satisfacer todas sus necesidades y, de esa forma, conjuntando que las poblaciones tienden a aumentar en número y en resistencia, y que un ambiente favorable propicia lo anterior, el crecimiento aumenta con tasa de crecimiento mucho mayor, y la especie mejora, pues no tiene que dedicar esfuerzos a defenderse de ataques exteriores.

O sea, que el ideal es “vivir en un mundo feliz”, sin dificultades. Pero eso no es posible. De hecho, no sé cómo nos las ingeniamos para fabricar problemas cuando no los tenemos. Todavía, si fueran problemas sobrevenidos, si fueran inevitables, si fueran adversidades llovidas de repente, se entendería. Pero mira que el tema de los traductores de los Diputados, a los que en ocasiones se me pasa por la cabeza llamar disputados, es un tema digno del Celtiberia Show del recordado Luis Carandell.

Tenemos un Congreso con Diputados españoles, en España. La lengua oficial de España es el español. Luego todos deben saberla.

Sin saber por qué, ni cómo, ni con qué objeto, ni con qué justificación, los candidatos al Congreso de los diputados de España que se han presentado voluntariamente a su elección, y que han tomado posesión de su cargo en el mismo, libremente, dicen no sé qué de que ellos no hablan en español allí. O sea, que lo primero que hacen es cambiar la norma que dice que en España se habla español.

Vale, ya han ganado el puesto y ya están ahí sin hablar español, que dicho de paso y sin ánimo de molestar, en un amplio porcentaje, tampoco son unos oradores de primera, pues bien, exigen hablar en su idioma. Y cuando habla el vecino de butaca, que tampoco sabe español, habla en su idioma. Y mientras tanto, unos traductores traduciendo todo al español, para que todo “el paisanaje” lo escuche en español. Como dijo don Antonio Maura cuando los suyos votaron contra su propuesta: ¡Jo, qué tropa!

¿Qué pretenden? ¿Es que habían hecho una apuesta entre ellos para ver si lo conseguían? Después de parir, dicho en sentido coloquial, esta norma, ¿cómo me debo dirigir a ellos?

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