ESTOY junto a la Faluca asistiendo al tramo “pobre” del CoolturalFest. Aquí vienen artistas, bandas pioneras y gente que tiene un cierto seguimiento en redes. Este es un buen campo de prácticas para los grupos y solistas que están comenzando y que tienen la oportunidad de entrenarse y baquetearse en estos festivales, con una relación con el público muy saludable. Aquí se cogen tablas, se ensaya la frescura y aprenden a manejarse en actuaciones que tienen un retorno inmediato de la audiencia, espontaneo, sincero y sin filtros.El marco es incomparable: junto a la playa del Palmeral, en el triángulo verde frente al Auditorio, protegido por la recreación de la barca árabe, a cuyo costado se despliega una gran carpa que protege a los espectadores de los rigores solares. El personal se desparrama por el césped, los más próximos al escenario de pie, los del fondo tumbados sobre toallas o pareos, o sentados en el suelo; en la parte final suele ocuparse por familias, con sus niños correteando y jugando mientras se inician en el arte de la escucha y participación. Algunos, los más ‘profesionales’, se traen sillas playeras y neveras con refrescos y comida, resultando una especie de pic-nic party musical.

La música es cultura y es, además, un poderoso canalizador de emociones. Es un arte que no pasa desapercibido, que no deja indiferente a casi nadie y que tiene la virtud de transmitir sensaciones de forma inmediata: de alegría, nostalgia, tristeza, miedo, tensión, amor, ternura. Tiene el poder de conectar con el público y producir sensaciones colectivas de estar viviendo un momento especial, sublime, en una conexión cósmica.

En general, los artistas que se han presentado este año tienen todos algo especial. Para empezar, son capaces de poner en escena un proyecto musical, lo cual ya es de valorar. Pero además tiene un buen nivel y cada uno, en su estilo, destaca y se diferencia del resto. Un hecho a resaltar es que varios grupos incorporaban a una persona de lenguaje de signos, que animaba como uno más y hacía una labor de integración magnífica. Es difícil destacar algún grupo, pero voy a mencionar el que más me ha gustado, “El Niño de la Hipoteca”, la banda de Guiu Cortés formada por dos cantantes, guitarra, bajo, batería e interprete, que desplegaron una energía impresionante y consiguieron que la gente bailara y saltara como si no hubiera un mañana.

Sería muy deseable, a la vez que saludable, promocionar más este tipo de eventos, aprovechar espacios de nuestra ciudad para organizar conciertos donde pueda asistir todo tipo de público y participar, con amigos y familia, de la experiencia maravillosa de la música en directo.

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