Si no hay mata, no hay patata

Memoria histórica

Lamentablemente hay quienes siguen rememorando viejas ambiciones, se empeñan en negar las evidencias

Después de varios años de trabajo, de investigación exhaustiva y de mucho diálogo con asociaciones, colectivos y partidos políticos, a finales de 2022 vio la luz la Ley de Memoria Democrática. Esta Ley se creó para cerrar uno de los capítulos más tristes, negro, injusto y doloroso de nuestra reciente historia: el golpe de estado de 1936, la Guerra de España y la Dictadura franquista, Para quienes no conozcan su contenido les recomiendo la lectura de su Preámbulo, que de forma magistral sitúa los motivos de su publicación, encuadra las situaciones históricas que se produjeron y explica los objetivos generales de la Ley y la formas de llevarlos a cabo.

Lamentablemente hay quienes siguen rememorando viejas ambiciones y se empeñan en negar las evidencias y en tergiversar la historia a su conveniencia. Algunos parlamentos autonómicos, gobernados por la derecha, con la ayuda envenenada de la ultraderecha, que les está retorciendo el brazo, se empeñan en sacar leyes propias, con denominaciones confusas y adaptadas, en materias como la violencia intrafamiliar en lugar de violencia de género, o la Ley de Concordia en lugar de la de Memoria Democrática.

Y yo, en mi cándida inocencia, me pregunto ¿Con la cantidad de asuntos urgentes e importantes en los que se puede legislar y hacer que la sociedad avance, por qué se empeñan en duplicar lo ya legislado? Esto es, además de una falta de respeto, una forma torticera de malgastar el dinero, de emplear recursos con dudosa efectividad que no aportan nada nuevo. Y es que, además, el patrón es siempre el mismo: plantear nuevas redacciones, casi siempre más edulcoradas, que intentan quitar importancia al fondo del asunto y que confunden a la ciudadanía.

Volviendo al tema, una cuestión que debería sonrojarnos a todos es tener el vergonzoso mérito de ser el segundo país del mundo que tiene más personas desaparecidas, enterradas en cunetas, barrancos o junto a las tapias de los cementerios. Sus descendientes no saben donde están, no han tenido la posibilidad de hacer el duelo, no tienen un lugar adecuado donde acudir a honrarlos y recordarlos. Sus hijos, cada vez menos o muy mayores por el tiempo transcurrido, sus nietos y el resto de familiares se merecen un respeto y poder recuperar los restos de sus seres queridos. Eso es lo que hace la Ley de Memoria Democrática, además de poner un broche final para todas las víctimas de nuestro periodo más infame.

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