Navidad, dulce Navidad

Admiro los abetos y amo a los renos, pero no los acepto como mis símbolos navideños

Hoy más que nunca quiero mostrarme en esta mi Rambla como lo que realmente soy, un enamorado de mi gente, de mi pueblo, de mi Almería del alma, de mi historia y de mis tradiciones, todo esto fruto de haber estado casi cuatro décadas fuera, pero eso sí, sin perder el contacto y con venidas periódicas en verano, y demás fiestas largas. Y quiero hablar de la Navidad, de mi Navidad, la que yo he vivido siempre. No para imponerla a nadie, sí para reivindicarla. Me encanta recordar aunque vagamente mi infancia, llena de detalles estupendos, entrañables, en mi casa y en las Juventudes Antonianas, en los Franciscanos.

Hoy, recién salidos del Día de Navidad, quiero animar a mis lectores del Diario de Almería, a todos, a que vivan la Navidad “como es debido”. Aún quedan fechas hasta el día de la Epifanía de los Reyes. Y espero que se me entienda. Soy un enamorado de la libertad, de la mía y de la de los demás. Por ello, animo a unos próximos días, como los de toda la vida. Y si la llaman tradicional, mejor. Con el belén que esté en nuestras casas y en nuestras calles. Y con villancicos y con panderetas. Y con zambombas y con pastores. Y si me apuran con mazapanes, mantecados y turrones. Y con los Reyes Magos en sus camellos.

Admiro los abetos y amo a los renos, pero no los acepto como mis símbolos navideños, porque allá por el siglo XVI los trajeron gentes de fuera, cuando aquí llevábamos unos mil quinientos años con otro ADN y con otros símbolos. Y aún digo más: lo que ya me sobrepasa es el papá Noel, porque está bien para el cine americano, y para poco más. De Santa Claus ni les cuento. Me parece sencillamente un traidor que no sabe que lo es. Santa Claus es San Nicolás, con el nombre venido a menos.

¿Qué necesidad había de todo este mimetismo que raya en lo mentecato? No me considero un pueblerino con la boina calada hasta las cejas, como Paco Martínez Soria, en sus películas, y me fastidia tanta bobada con que lo de fuera es lo mejor. De fuera, lo mejor lo es cuando lo es, pero nunca por principios. Al final, viajamos por ahí, y entre pitos y flautas y flautas y pitos, tomamos nota de todo, y todo nos asombra.

Con todo y con ello, espero, deseo, anhelo que esta Navidad halla sido una de su mejores fiestas del nacimiento de Jesús y los próximos días sean copia de los anteriores. Ya nos espera la Nochevieja, Año Nuevo y el Día de Reyes.

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