Neandertales y COVID

Unas relaciones sexuales esporádicas, hace sesenta mil años, pueden explicar un mayor riesgo ante la COVID

Un escarceo amoroso, probablemente poco refinado y más bien salvaje, entre neandertales e individuos del Homo sapiens, hace unos sesenta mil años, puede explicar una mayor predisposición genética a padecer los efectos más graves de la infección por coronavirus que aflige al mundo. Esta conclusión no es tan infundada como el "negacionismo", ni tan inveraz como las noticias falsas o los rumores tendenciosos, sino que tres prestigiosos institutos científicos, Karolinska de Estocolmo, en Suecia, el de Antropología Evolutiva Max Planck en Leipzig, Alemania, y el de Ciencia y Tecnología de Okinawa, en Japón, así lo afirman en un estudio conjunto. Es cosa de los cromosomas, que los humanos heredamos, en veintitrés pares compuestos por uno de nuestro padre y otro de nuestra madre. Afincados todos ellos en el núcleo de las células y portadores del material genético de nuestro organismo.

De tal modo que, considerada una muestra de más de tres mil enfermos de COVID, con síntomas y efectos de distinta entidad, ha podido comprobarse que determinada región de uno de los cromosomas tiene una clara influencia en que la persona que la presenta enferme gravemente y requiera hospitalización. Si bien, todavía se desconocen los motivos por que esa dotación genética provoca mayor posibilidad de enfermedad grave. Aunque una certeza singular subraya la relevancia del descubrimiento: las características de esa región génica son casi idénticas en un neandertal del sur de Europa que -escarceo instintivo, más que amoroso, al margen- se dio al mestizaje con nuestros más directos antecesores -el Homo sapiens que debió tener, y todavía mantiene, una variedad no sapiens-. Cuesta pensar que de esas relaciones sexuales esporádicas -de esos polvos, polisemia también al margen-, perdidas el confín de los milenios, venga una vulnerabilidad ante este virus posmoderno que, además, trae la contradicción in terminis de la nueva normalidad. Todavía más porque la carga genética de los neandertales, más fuertes y bravucones que los homínidos de la especie Homo sapiens, también refuerza la inmunidad. Cierto es que la herencia genética no explica del todo la propensión a enfermar, porque muchos otros factores tienen que ver con ello, pero ese rastro neandertal sí está presente en los efectos más graves del COVID.

Con lo modernos que se creen algunos humanos del tercer milenio y lo primitivos que resultan los genes de un mestizaje ancestral.

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