República de las Letras

Patines eléctricos

Quienes los utilizan mal se han convertido en un verdadero problema para la convivencia en Almería

Que los patines eléctricos son un medio de desplazamiento urbano muy aceptable por ecológico, es algo obvio. Se han generalizado, lo que era de esperar. Y ahora su uso se acaba de normalizar, es decir, de someter a norma. El problema no es su uso, sino su abuso, como en cualquier aspecto de la vida. No hay mañana que no me encuentre con más de una mamá que lleva a su niño en patín al colegio. Y, claro, como siempre van con la hora "pegada al culo", que decimos en Almería, van a todo lo que da el acelerador del artefacto, jodidas de encontrarse en su camino un peatón, un ciclista o un perro, porque llegan tarde. Esto es lo más bárbaro que he visto en relación con los dichosos patines, que por carril bici -frecuentemente compartido con peatones-, van a toda velocidad, apareciendo por las esquinas como almas que lleva el diablo. Y si no, corren por las aceras igual, a topecientos. No hay día sin incidentes causados por los jodidos patines -patinadores, no se olvide: el invento en sí, como todos, no tiene por qué ser malo; es el mal uso, insisto, el problema-. Si alguien de mayor edad les recrimina, no dudan en responder de la peor manera, incluso con violencia. Aquello del respeto al mayor se ha perdido en nuestros días, y la era digital es también la de la violencia propagada por el cine, los videojuegos y la televisión. Ahora que estamos más gente y más concentrada, y que hay un mejor nivel de vida, las deficiencias en Educación que arrastra España desde el franquismo se hacen más notorias y repercuten más en la convivencia diaria. Esta de los patines es una de ellas. A riesgo de que por tanto tratarlo se convierta en un tema manido del que se termine por no hacer caso, o con el que uno se conforme, quiero destacar la tardanza de las administraciones en legislar sobre estos patines. El sistema liberal es tardón en someter a las empresas a la ley, debido al chantaje permanente de estas en relación con el perjuicio que significa toda norma para el empleo. Porque con limitar los motores de estos patines a una velocidad, digamos, de 10 kms/h, ya que los carriles bici no permiten ir a más, se avanzaría muchísimo en su uso responsable. Pero pasa como con los coches, que si les limitan la velocidad por medio de radar que desactive el acelerador del vehículo a partir de lo que marque la señal, piensan las marcas que se van a vender peor. Se salvarían muchas más vidas.

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