El medio y el ambiente

Sapain: Low cosT

Un poco de esfuerzo más y en unos meses vamos a tener que importar camareros contar nubes

Quiero escribir esta columna sin consideraciones personales, ni anécdotas ni historietas. Pero como me gustan los chistes, a pesar del mal momento que atraviesan, me arriesgo con uno cuyos protagonistas tienen la ventaja de tener muy a mano el perdón: "En un convento había un fraile algo presumido, y el prior le puso "de tarea" ser humilde. Al cabo de un tiempo el fraile se tropezó con el prior y le espetó: Padre, por fin lo he conseguido. Ya soy el más humilde del convento".

Aunque la introducción sea extraña, quiero recordar que mi generación leía libros y tenía ansias de superación, y sin ser soberbios se daba la circunstancia de que aunque no veíamos a nadie -de allende nuestras fronteras- superior a nosotros (como personas), sin embargo, sus países nos gustaban como modelos sociales aunque no culturales, porque lo de la globalidad ya lo aplicábamos en aquella época a la cultura, y en cultura ellos solamente nos ganaban en la libertad que tenían para vivirla. Aquí el máximo grado de libertad era la proyección del Acorazado Potemkin cada principio de curso en los Colegios Mayores y la librería de la Plaza de la Trinidad, en la que comprábamos algunos libros prohibidos. Mención aparte merecen los despistes de la censura que, por ejemplo, censuró la obra de Manuel Machado, pero no la de su hermano Antonio (que según un alto dignatario español, nació en Soria).

Bueno, pues a pesar de todas esas consideraciones, veíamos venir algo que no nos gustaba: que seríamos los camareros de Europa, dicho con todos los respetos. Y el tiempo no sólo nos ha dado la razón, sino que somos el almacén low cost de Europa en titulados universitarios. Nos ha dado por competir en precios y por el número de banderas azules de nuestras playas, pero no por defender nuestra Ciencia y así estamos: nos hemos olvidado de la básica y de la aplicada, y exportamos a los titulados una vez formados a que colaboren en el enriquecimiento de otros países, y todos tan contentos. A cambio, hace unos minutos he leído en la prensa local que cada turista que vino a Almería gastó diariamente nada menos que 61 "napos", ¡toma ya pasta gansa!. Con eso ya tenemos el futuro asegurado.

Un poco de esfuerzo más y en unos meses vamos a tener que importar camareros porque nosotros estaremos ricos y dedicados a contar nubes como ese mirlo blanco que tuvimos de presidente y que por lo visto lo que quería ser de mayor es como don Quijote: desfacer entuertos. Con la historia que tenemos, no nos merecemos esta situación. ¡Que el Señor nos coja confesados!

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