Silencio existencial en el western

El silencio existencial es uno de los logros del western, un regalo del que tenemos que disfrutar

Probablemente el mayor rasgo filosófico que yo detecto en el western sea el silencio existencial. A bote pronto es una experiencia pero también un acontecimiento del que es necesario extraer alguna lectura. Siempre lo he encontrado en aquellas películas de época donde la muerte aparecía minutos después de este silencio. De la misma manera también he podido detectarlo en los poblados del oeste, esos estudios de cine que todavía existen. Haciendo un análisis más detallado, se trata de un vacío interior que se descubre cuando sucede algo inesperado y que enfrenta al ser humano en contra de sí mismo: lo expone a algún peligro que exige de una mayor atención. Pero también puede ser un estado de autodescubrimiento, uno gestado por un proceso evolutivo interior. Al principio puede resultar preocupante porque genera incertidumbre y porque forzosamente te envuelve - es imposible deshacerse de él-. Pero las causas (las disputas causantes de ese silencio) desaparecen cuando surgen la resolución de las mismas. Entonces el silencio deja marcado algún rasgo de la naturaleza humana, uno que no sabíamos pero que siempre estuvo ahí. En "La muerte tenía un precio" o en "Por un puñado de dólares" aparece este silencio existencial, sobre todo en las escenas donde se celebran los duelos. La vida y la muerte no significan más que el hecho de ganar o perder, la victoria o la derrota, la supervivencia moral ante la de otro, el viejo debate confuso sobre la dignidad social y el estatus. De otro modo ese silencio es una forma de desasosiego, con elementos de la angustia de Sartre, y tal vez con rasgos de la de Schopenhauer. El silencio existencial podría ser un desasosiego evocador e indagatorio, una modificación a resueltas de la singularidad. Y ese desasosiego genera sospechas y certezas sobre lo humano. Creo, o al menos me parece, que cuando estamos envueltos por ello, por ese silencio existencial, descubrimos que en realidad hay otra cosa: la percepción de nuestra soledad, la de estar solos frente al mundo, la de no poder alejarnos del riesgo de la muerte, la de la incertidumbre sobre lo que somos. Y eso, queridos lectores, a mi me parece muy hermoso, tan hermoso que no puede pasar desapercibido. El western nos ha dejado estos códigos audiovisuales y estos dispositivos cognitivos para saborearlos. Hay que disfrutar de ese silencio existencial.

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