Anda que no han ido rápidamente los diferentes gobiernos y naciones a salvar el desaguisado que ha creado cierta empresa -siempre presuntamente, por si se crea algún tipo de agravio innecesario, no vaya a ser que dejen a la gente tirada por ahí y no sea de recibo-. Anda que no les han temblado a ciertos señores las manos para rescatar al señor y muy distinguido Thomas Cook de la quiebra -no vaya a ser que del disgusto sus consejeros no puedan disfrutar las cláusulas y las primas que han cobrado hace poco por el buen hacer e ilustre gobierno de la empresa-. Anda que no, que, si es por ir, no voy -no vaya a ser que los gobiernos entren en crisis por culpa de no llenar los bolsillos de ciertos individuos. Ya me hubiese gustado a mí -iluso soy yo para este tipo de cosas y sentimental, añado, incluso para reír- que hubiesen tenido la misma diligencia y elegancia de salvar a las familias en el año 2007, cuando cuatro vándalos llevaron a la quiebra Lehman Brothers Holdings Inc, y con ella a miles de personas que fueron engañadas, estafadas y vilipendiadas. Que las arrastraron a las calles, con sus hijos y abuelos en mano, con una mano atrás y otra delante, si es que por el camino no se las habían cortado ya. Detrás quedan un rescate llamado Plan E, de 100.000 mill, -aquí se tiró de patria-; el Fondo Europeo, con 40.000 mill, -aquí se apeló al sacrificio y a la penitencia-; Y ahora, con los 300 mill, que se han repartido para no dejar caer la flotilla de aeronaves, se argumenta el turismo, la crisis y la fascitis plantar de los Teletubbies -por aquello del roce-. Pero de lo nuestro, nada, nada de nada. El ejemplo lo mostró Barak Obama, cuando no titubeó ni le tembló el pulso ante la crisis, optando por salvar a las familias y no a las empresas. Y si el Estado -aquí con mayúsculas- prestó dinero a los empresarios y juntas directivas para sanearlos, se le exigió la devolución de lo dado. En Europa se optó por callar y aspirar a la chiquita. Cómo hacer responsables de lo público a lo privado. Pero de lo nuestro, nada, nada de nada. Se dejaron caer familias enteras, sin concesión ninguna. Arguyendo que el caos es cíclico, como nosotros. El ciudadano Thomas Cook, una vez más, ha sido salvado. Pone en quiebra una empresa que da beneficios, que ha recibido subvenciones estatales y nos devuelve el favor con el despido de sus trabajadores y, ahora sí, haciendo del socialismo su bandera. Porque las pérdidas de los empresarios, sí deben ser socializadas. Esa es la mentalidad del capitalismo visceral que nos ponen encima de la mesa, un día sí y otro también. No vaya a ser que el sistema se resienta. En el neoliberalismo existe una máxima que aboga por un sistema capitalista que se regula solo. Cómo no, como para no hacerlo. Así también yo me pongo un traje y una corbata y me hago empresario, le pongo el nombre de una cerveza a uno de los clubes más selectos y me quedo tan pancho. Pero de lo nuestro, nada, nada de nada. Y lo peor de todo es que nadie, absolutamente nadie, ni ha dicho ni dirá nada a nuestro favor.

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