Carta del Director/Luz de cobre

Una autovía entre dos siglos

Los 22 kilómetros abiertos de la Autovía del Almanzora se han logrado a "sangre y fuego" de los que la reclaman

La autovía del Almanzora es una enorme china en el zapato de la Junta de Andalucía. Una obra que ya en 1985 se planteó como uno de los objetivos de la la administración autonómica y que aún hoy, 32 años después, no es una realidad.

El entonces presidente Manuel Chaves (estuve con él en el autobús que inauguró el primer tramo) estaba convencido de que antes de que llegara el nuevo siglo los vecinos de esta comarca industrial dispondrían de la infraestructura. Hablamos de 1994. Han transcurrido 26 años de entonces y sólo están operativos 22 kilómetros de un proyecto que un día, aún no sabemos cuando estará terminado, debe unir ciudad de Baza en la vecina Granada con la autovía del Mediterráneo, en el término municipal de Huércal Overa.

Desde que la reivindicación de los vecinos fue atendida por la Junta nunca se habló de fechas. Sin embargo se dio prioridad a los tramos almerienses, en especial desde Macael hasta la A-7. La idea era que un sector pujante como el del mármol acabara de una vez de estar limitado por una vía mejorada con los años (Redia del Almanzora se llamó), pero más cercana al siglo XIX, que al XXI que se avecinaba.

Cuando los presupuestos de la Junta se provincializaban, año tras año encontrábamos partidas residuales, aquellas que tratan de evitar las críticas, pero que no dejaban de ser cantidades pírricas que sólo servían para la redacción de un proyecto o para la licitación de alguno de los múltiples tramos en los que el proyecto se había dividido.

Es bien cierto, no se puede obviar, que la presión empresarial, en especial de aquellas empresas que mantienen un alto nivel de empleo en la comarca, ha servido para que a lo largo de este tiempo se hayan ejecutado 22 kilómetros. Un número a todas luces insuficiente y que se ha logrado casi a sangre y fuego de aquellos que reclaman el trazado.

Entiendo que los últimos diez años no han sido los mejores para las obras públicas. La crisis ha hecho mella en las arcas de todos, en las de la Junta también. Pero lo que no se puede, o al menos no se debe, es engatusar a aquellos que reclaman obras un año si y otro también y luego dejar transcurrir el tiempo sin máquinas en el tajo.

Cierto es que en la Comunidad Autónoma es posible que haya otras vías más necesarias, otros proyectos más acuciantes. Pero no lo es menos que una comarca como la del Almanzora necesita del estímulo de la administración para continuar el desarrollo que le permite una industria como la del mármol y un sector como la piedra natural, en el que está asentado uno de los líderes mundiales, como es Cosentino. No se puede si se debe poner en riesgo a empresas de este calibre porque las carreteras no sean las adecuadas. No se lo perdonaríamos.

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