El callejero del municipio de Almería nos revela que hay más de ochocientas calles en nuestra capital. Tener cada una su nombre asignado no es tarea trivial: exige un proceso en el que el Pleno municipal ha de decidirlo, de modo que esa asignación sea el resultado de un ejercicio de reflexión que termina definiendo nuestro mapa ciudadano. Pero, ¿con qué criterio se toman estas decisiones?

En mis tiempos de concejal en Viator, pude descubrir muchísimas cosas, casi todas relacionadas con el hecho de lo sencillo que se ve todo desde la razón, y lo que se complica "cuando atiendes a razones". Para no dar muchas más vueltas, patear (en su cuarta acepción en el diccionario de la RAE) las calles del municipio fue una de mis primeras actividades. Así viví una anécdota que pone de manifiesto cómo de "tonta" es la política, o de cómo se pretende copiar de los niveles televisados a diario. Me explico: mi relación personal (como concejal de la oposición) fue, y sigue siendo, excelente con todas y cada una de las demás concejalías. Pero en los plenos… Pues bien, correspondió en aquella época dar nombre a las calles del Polígono La Juaida. Y entonces descubrimos aquello del no herir susceptibilidades. ¿Por qué? Pues porque dar nombres de personas famosas, puede que por su color político molesten a unos u otros. Inspirado en cómo lo hace Badajoz, me parecería incluso muy bien que a una calle se la llame "Francisco Franco Bahamonde", pues bastaría añadir "golpista, dictador y genocida". Con este detalle, se realizaría una actividad pedagógica de un altísimo valor informativo y formativo. Por eso, nos fuimos por los Cerros de Úbeda; bueno, por las sierras andaluzas. Lo que me parece inapropiado es dar nombres del callejero almeriense a Europa, Asia, África Oceanía, ONU, o UNESCO… ¡que terminen desembocando en Isla de Cabrera! Aunque, ciertamente, también en aquella misma calle termina cayendo la Meteorito. Porque es igualmente triste que en la calle Triunfo de nuestra ciudad no haya ni un único número. Asimismo, es tristísimo que nuestro callejero no se prodigue es otorgar nombres de científicos que nos eleven el espíritu patriótico, porque salvo el de un número notable de médicos, no tenemos más que un matemático, Echegaray. Pero seguro fue propuesto por su Nobel en Literatura; algo muy propio de los matemáticos: si no tenemos Nobel en nuestra disciplina, lo ganamos en otras.

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