Son campeonas del mundo, eso

La fruición mediática desplaza el logro de la Copa Mundial de Fútbol Femenino por el impacto de lo inaceptable

A ver, la selección española femenina de fútbol ha ganado la Copa Mundial de la FIFA 2023, triunfo excepcional que no tiene parangón; esto es, comparación o semejanza. Ciertamente, podría decirse que las futbolistas son tan campeonas del mundo como lo fueron los futbolistas, en categoría masculina, el año 2010. Y una circunstancia desafortunada, además, se asocia singularmente a este logro del fútbol femenino español: la muerte del padre de una de las jugadoras, que marcó el gol del triunfo de la selección, sin saber que su padre acababa de fallecer. Pues bien, ni lo uno ni lo otro, ni la consecución de la copa mundial ni el infortunio de la muerte del padre de la futbolista, están adquiriendo tanta relevancia mediática como el gesto testicular y el beso forzado de Luis Rubiales, presidente -antepóngase “ex”- de la Real Federación Española de Fútbol. Además, el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, ha declarado: “Ahora son nuestras mujeres las que están aprendiendo a jugar al fútbol tan bien como los hombres, y eso en sí mismo ya es una muy buena noticia”. Los finos analistas de la actualidad, generalmente bajo la forma de tertulianos omniscientes, aplicarán su discernimiento al rechazo de una y otra improcedencia, atribuyendo distinta entidad o alcance, claro está: desde un delito penal a un patinazo del inconsciente, cuando no un latente, pero operante, machismo. Entre la legión de opinadores, no faltarán quienes, acudiendo al recetario del psicoanálisis, valoren que, si bien en distinta forma, actúan las pulsiones del “ello”, para satisfacer deseos inconscientes, frente a la determinación normativa y moral del “superyó” -olvidada o incumplida-, sin que sea del todo efectivo el “yo” como mediador o intermediario.

En fin, esto es teoría psicoanalítica y las futbolistas españolas merecen un reconocimiento genuino. Han conseguido una proeza mayúscula con muy desiguales condiciones de partida, son una muestra destacadísima del empeño y la lucha frente a no pocas adversidades, y merecen el general y extendido reconocimiento, al menos, del personal futbolero. Ya que correr detrás de una pelota, sean hombres o mujeres, no es una afición general.

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