Metafóricamente hablando

Los esperaré despierta

En los ojos de la “reya maga” asomaron unas lágrimas de emoción ante la inocencia de su hijita

Sus ojitos brillaban en la oscuridad como dos luciérnagas, trataba por todos los medios de no dormirse, y con un esfuerzo titánico conseguía no pestañear durante algunos segundos. Tenía la firme voluntad de esperarlos despierta y decirles lo bien que se había portado, también que su hermano pequeño algunas veces montaba pataletas sin querer, pero que era muy bueno y compartía con ella sus juguetes. Antes de irse a la cama les preparaban el recibimiento, sabían que estarían muy cansados por tener que visitar en una noche a todos los niños del mundo, por eso les dejaban unas tazas de chocolate y bizcochos en la entrada de la casa. Desde luego no podía faltar la paja y el agua para los camellos, que los pobrecitos estarían agotados por tener que cargar con tantos regalos. Su mayor ilusión era poder verlos allí, en su casa, colocando debajo del árbol de navidad las cosas que les había pedido en su carta. De vez en cuando sus ojos se cerraban en contra de su voluntad, pero volvía a abrirlos con fuerza, esta noche mágica se celebraba una sola vez al año, y no la podían encontrar dormida, había cumplido ya cinco años y podía esperarlos despierta. Los reyes llegaron, como no podía ser de otra forma, cuando por fin esas dos llamitas que eran sus ojos negros se cerraron, y ella se entregó a los brazos de Morfeo sin ser consciente de ello. Tenían entre sus manos la carta que les había dado la tarde anterior con su manita temblorosa por la emoción, la leyeron susurrando para evitar despertarla, y romper el hechizo de ese momento mágico: “Queridos Reyes Magos, os escribo esta carta para deciros que me he portado muy bien este año, mi hermanito y yo hemos jugado juntos, y cuando nos peleamos nos perdonamos pronto porque él es pequeño y todavía no entiende algunas cosas. Como sé que tenéis que repartir los juguetes entre todos los niños del mundo, solo voy a pediros cinco regalos para mí y otros cinco para mi hermanito, porque lo quiero mucho….” En los ojos de la “reya maga” asomaron unas lágrimas de emoción ante la inocencia de su hijita que cada año le pedía que escribiese su carta a los Reyes Magos, porque ella aún no sabía leer ni escribir. La observó con ternura, estaba tendida sobre la cama y a su lado su hermanito Jorge arrullado en su edredón. Trató de recordar lo que sentía ella a la edad de su hija, pero la realidad se había impuesto y la memoria emocional casi había desaparecido. En ese momento le alertó un ruido en la escalera, un sospechoso sonido de ajetreo y voces apagadas para no despertar a los vecinos llegó hasta sus oídos, salió corriendo, abrió la puerta y allí estaban los regalos, cinco para Natalia y cinco para Jorge, una vez más se había dormido y no había podido recibir a los Reyes!. Los recogió y los puso debajo del árbol, esperando ver una vez más la carita de sorpresa de sus hijos cuando despertaran.

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