El pacto de los pactos

Un pacto como este puede dar un giro pleno a los prejuicios políticos actuales y crear una nueva cultura política

En estos tiempos de pactocracia, en los que nadie cuestiona la vigencia de la democracia a través de ellos, yo deseo plantear a los lectores el pacto menos malo o aquel que menos daño puede hacer a la ciudadanía. Con esto pretendo hacer un ejercicio personal de emancipación de los prejuicios de la izquierda y la derecha y aspirar a una política holística, integral, considerando la interconexión de todos los aspectos sociales, económicos y ambientales para lograr un equilibrio sostenible en la toma de decisiones y el desarrollo de políticas públicas. Es lo que nos merecemos todos. Creo por ello que el pacto menos malo sería el que se produciría entre el PSOE y el PP. Antes de que esto suscite odios y rencores, bajo el lema de lo imposible de su realización por aquello de la defensa de la marca, quizás podamos analizar ciertas cuestiones. 1) El empeño en ser diferentes, es seguir con la tradición europea y española que se caracteriza por la territorialidad. Eso es por el hecho de estar divididos. 2) Mas en el fondo esto supone mantener un etnocentrismo y eso es la tendencia a juzgar otras posiciones desde la perspectiva propia, lo cual puede generar prejuicios y discriminación. 3) Un pacto entre estos partidos supondría un avance social en tanto y cuanto se anularía la política de bloques y centraría el debate político en la gestión púbica. 4) Además, estos partidos moderados, al unirse eliminarían los favores a terceros radicales. 5) Por otro lado ambos se controlarían mutuamente eliminando así desviaciones hacia la corrupción. Podemos llamar a esto heterocontrol. Dicho esto considero que debemos comenzar a crear una cultura política sin prejuicios que predique gestiones y reflexiones en lugar de posicionamientos. Negarse a hacer esto es como dar la espalda a la evolución y ocultarse en el etnocentrismo, en el territorialismo, lo que siguen siendo formas opulentas de control. Una democracia que no ejerce democráticamente necesita una revisión en la que se asocien dos palabras: soberanía y popular. Por desgracia esta asociación no se da en la práctica a causa de la política de bloques. Los ciudadanos deberíamos recuperar esa soberanía popular y me temo que no hay otra vía más que superar humildemente los prejuicios de cada uno. Esas puedan ser las bases de una nueva cultura política. Piensen que ocurría si todo el pueblo estuviera unido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios