No es raro, sino genial

Cuando el argumento de la ficción se aparta del relato, el resultado puede ser, antes que raro, genial

La obra de los escritores, como la de los artistas -entiéndase que escribir participa asimismo del arte-, suele encontrar más reconocimiento, o crecidas lecturas, cuando ya no están. De ahí la particular conveniencia de hacer las cosas a su debido tiempo. Javier Marías, una de las notorias pérdidas del recuento de 2022, escribió, a finales de 1991, Corazón tan blanco, y en un texto introductorio, Si les place, a una edición conmemorativa, en 2016, del veinticinco aniversario, no escatima sinceridad el reconocer que, mirando unas pocas páginas de la novela, puesto que nunca fue dado a releer sus obras, "el resultado de esas calas es siempre el mismo: tras consultar cinco o seis páginas `viejas´ por razones utilitarias, tengo la impresión de que `antes´ escribía mejor que `ahora´, sea cual sea el antes y sea cual sea el ahora". Corazón tan blanco no le resultaba a Javier Marías, según dice, una novela fácil, como el común de las suyas -"ninguna mía me lo ha parecido"-. Incluso opinaba que era "rara", como también sus otras novelas, y no creía que pudiera interesar a mucha gente. Pues bien, millones de lectores de casi cincuenta países han disfrutado de provechosos ratos de lectura con esa novela rara y difícil, según su propio autor.

La hermenéutica, la interpretación de los textos, siempre está impregnada de subjetivismo, ya que se realiza, precisamente, por un sujeto que piensa y siente como tal. Por eso, los autores cuya escritura se somete a escrutinio suelen descubrir, con no pocas de esas interpretaciones, lo que nunca pusieron en sus palabras. De ahí que, con cautela hipotética, sea posible pensar que las razones de Marías, para enjuiciar su obra, puedan deberse a la conjunción del argumento de la ficción -por autobiográfico o inspirado en la realidad que en su caso esté- con las derivaciones de la digresión -de lo que tiene que ver con el relato, aunque no lo parezca de manera directa-. Baste con una de estas últimas: "A veces tengo la sensación de que nada de lo que sucede sucede, porque nada sucede sin interrupción, nada perdura ni persevera ni se recuerda incesantemente, y hasta la más monótona y rutinaria de las existencias se va anulando y negando a sí misma en su aparente repetición hasta que nada es nada ni nadie es nadie que fueran antes".

No es difícil ni raro, sino genial.

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