El relicario de fuendetodos

A partir de las fotografías antiguas conservadas es muy difícil concluir la autoría goyesca

Desde hace varios meses, una exposición en Zaragoza reconstruye las pinturas destruidas durante la Guerra Civil en la iglesia parroquial de Fuendetodos. La decoración se ubicaba en las puertas de madera del armario relicario del templo, representando en su exterior una aparición de la Virgen del Pilar a Santiago y un San Francisco de Paula y una Virgen del Carmen en el interior de los postigos. Completando el conjunto había un fingido dosel pintado directamente sobre la pared en torno al mueble, a modo de trampantojo, con dos angelitos sosteniendo los cortinajes. Desde que en 1868 Francisco Zapater -sobrino nieto de Martín Zapater, el amigo del alma del pintor- publicó su biografía sobre Goya, en la que da primera noticia de estas pinturas como la primera obra salida de su mano, toda la historiografía posterior las ha aceptado como auténticas hasta hoy. Se han supuesto ejecutadas hacia el final de su aprendizaje en Zaragoza con José Luzán, en torno a 1763, con unos dieciséis años, pese a que no existe documentación alguna que lo acredite. La exposición de Zaragoza reconstruye incluso el color -de un matiz rococó muy poco convincente- mediante un estudio informático a partir de las fotografías en blanco y negro anteriores a la Guerra Civil. La narración de Francisco Zapater es poco fiable, pues en ese bosquejo biográfico tira mucho de habladurías de gente que él mismo no conoció, nutriéndose así de ciertas mitologías que estudios recientes han falsado. Dice que los viejos del lugar recuerdan a Goya niño pintando en la iglesia, y hoy sabemos que el pintor no pasó su infancia y juventud en Fuendetodos, tan sólo nació allí accidentalmente ya que la familia se mudó un breve lapso a la casa que la madre tenía en su pueblo natal, pues estaban realizando obras de reforma en la vivienda familiar de Zaragoza. A partir de las fotografías es muy difícil concluir la autoría goyesca, pues las pinturas nada tienen que ver, por técnica y estilo, con las primeras obras documentadas salidas de su mano, apenas unos pocos años posteriores. Resulta muy elocuente, en este sentido, compararlas con una obra del mismo tema pintada hacia 1868 y que proviene de Juan Martín de Goicoechea, el otro gran amigo de juventud de Goya. En esta última, los modelos de Luzán -e incluso los de Bayeu, su segundo maestro- están ampliamente superados y anuncian un artista enorme. Las pinturas de Fuendetodos, torpes y defectuosamente construidas, tienen una complicada filiación goyesca.

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