Un salvavidas de palabras y silencio

Este "salvavidas de palabras y silencios" proporciona de manera gratuita, anónima y especializada un servicio permanente de ayuda

M E refiero concretamente al Teléfono de la Esperanza. Este servicio ayuda a personas con problemas de índole psíquico, en sus múltiples variantes, psicosocial, jurídica o moral. Un rincón que alivia soledades y penas y al que acuden desde 1971, año de su fundación, gentes que se sienten aisladas, que tienen problemas de comunicación, problemas con su pareja, afectados por el incesante paro, o en erte por la situación que nos trae desde hace quince meses… "Suele ser gente con baja autoestima y con estrés familiar, y personas con intenciones suicidas". Personas, como usted amigo lector o como yo, pero que tienen problemas de ansiedad, estrés, duelo permanente, o soledad que en la vida de muchos mayores es una de las más usuales. Este "salvavidas de palabras y silencios" proporciona de manera gratuita, anónima y especializada un servicio permanente de ayuda por teléfono o personalmente a cuantas personas lo solicitan en situación de crisis o de necesidad urgente. El Teléfono de la Esperanza está formado por un equipo de personas que escuchan y acogen, sin distinción de sexo, raza, religión, cultura o ideología. Profesionales psicólogos, abogados, asistentes sociales, orientadores familiares o sacerdotes los que prestan un servicio de información y orientación, con tratamiento y seguimiento profesional en casos de necesidad urgente; está operativo 365 días al año y 24 horas al día.

Casi siempre, al otro lado del teléfono está la esperanza, las palabras de alguien que escucha y orienta a una persona en situación de crisis emocional, la cual necesita una respuesta rápida y puntual.

Desde que comenzase la pandemia, allá por marzo 2020, el Teléfono de la Esperanza se ha convertido para muchas personas en un salvavidas donde agarrarse (950 269 999). Esta inédita y extraña sensación, mezcla de quietud y de ignorancia, nos envolvió tras las primeras semanas de obligado recogimiento doméstico. Asumimos nuevos y obligados hábitos que nos hicieron añorar la deseada vuelta a un estado de normalidad.

La responsabilidad y la solidaridad en su labor altruista de un grandioso número de voluntarios, muy bien formados para poder realizar su función de manera correcta, es la piedra angular de quien participa en conversaciones en la que los protagonistas son las palabras y los silencios. "Su servicio está en la solidaridad activa".

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