¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Pelotas, no; balas, sí
Apesar de que el precio de la vivienda de alquiler en la ciudad de Almería es inalcanzable para muchos jóvenes y familias, el PP ha votado en contra de moderarlo. La alcaldesa y el resto de su equipo se han negado en rotundo a atender la propuesta que le hizo el Grupo Socialista en el último pleno para declarar la ciudad como zona tensionada y que, de ese modo, se pudiera aplicar el índice de precios de referencia previsto en la Ley de Vivienda aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez.
El rechazo del PP a tomar en consideración esta medida no tiene justificación alguna, sobre todo si tenemos en cuenta que, según la Junta de Andalucía, el sueldo bruto medio anual de los almerienses se sitúa en 15.957 euros y que el coste medio del alquiler en la ciudad ronda los 700 euros. El precio está tan disparado que todos los meses se lleva por delante la mayor parte de la nómina de una amplia mayoría de inquilinos e inquilinas.
Mientras que el PP sigue poniendo palos en las ruedas y ve en la vivienda un negocio, el Gobierno de Pedro Sánchez sigue tomando medidas para convertirla en un derecho, tal y como recoge la Constitución, con la idea de que durante esta Legislatura se convierta en el quinto pilar del Estado de Bienestar. La propuesta es ambiciosa y se resume en que nadie tenga que dedicar más del 30% de sus ingresos a la adquisición de una vivienda o al pago del alquiler.
Entre tanto, el próximo mes de mayo ya estarán disponibles los avales ICO para que los jóvenes y familias con menores a cargo puedan cubrir hasta el 20% del préstamo hipotecario que soliciten. Frente a estas y otras medidas que ha adoptado el actual Gobierno de España, el de Moreno Bonilla lleva más de cinco años mirando para otro lado, lo que ha situado a Andalucía a la cabeza de las comunidades que menos aportación hacen por habitante a esta materia. Aunque el Partido Popular no lo quiera ver, existe un grave problema con el acceso a la vivienda y haría bien en arrimar el hombro. Si a los alquileres absolutamente desorbitados, unimos el precio en el que se sitúa también la compra de una vivienda, debemos concluir que tenemos la tormenta perfecta justo encima de nuestras cabezas. Llueve a mansalva, pero la derecha ni tan siquiera quiere mirar por la ventana para comprobar la que está cayendo.
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