Tribuna

josé antonio merat león

Andalucía, ¿le suena de algo?

Andalucía, ¿le suena de algo?

Andalucía, ¿le suena de algo?

Cuando Heródoto narró el descubrimiento de Tartessos por los griegos, dijo que estos se olvidaron de comerciar con los egipcios para centrarse en sus nuevos clientes, “inocentes y nada maliciados”. Tartessos ahora se llama Andalucía. Ortega y Gasset nos llamó el pueblo más viejo del Mediterráneo en su Teoría de Andalucía. Aunque no lo parezca, las ciencias sociales han volcado mucha literatura para intentar entendernos. Lo de que somos un pueblo bienintencionado es cierto, pero también lo es que somos gente complicada; escéptica con los asuntos políticos, más de personas que de siglas y unida, aunque poco movilizada si la situación no se vuelve extrema. Todo esto rula sobre los andaluces en los textos científicos.

Estas semanas en que se negocia a cara de perro la conformación del nuevo Gobierno de España, siento una profunda envidia por catalanes, vascos y canarios. Los insulares, están consiguiendo tener más voz que nosotros con apenas cien mil votos y un escaño. Tomás Guitarte, ex diputado con Teruel Existe, sacó con diecinueve mil votos más infraestructuras, estudios e inversiones en el acuerdo de gobierno de 2020 con el PSOE de lo que un diputado andaluz pueda sacar hoy.

Más allá de sus visiones sobre España, siento cierta admiración por cómo son capaces de condicionar el centralismo los Matute, Rufián, Aizpurúa, Clavijo, Esteban u Ortúzar de turno. No digo ya Puigdemont, rey de este juego. Mientras tanto, dentro de la M-30, en el Congreso, Senado y, sobre todo, Moncloa, ni rastro de la región más grande –e importante– de España.

En la nueva etapa política que se adentra España, la de dos grandes partidos que necesitan apoyarse en sus filiales –Sumar, Vox– y en partidos regionalistas para gobernar, no importa tanto cuántos apoyos tienes sino el valor de estos. Dos diputados andalucistas, en el hipotético caso de tenerlos, de trescientos cincuenta que tiene el Congreso, son poquísimos. ¡Pero qué valor tendrían! La capacidad de desbloquear una investidura a izquierda y derecha, ni más ni menos.

Si Andalucía no quiere quedarse completamente fuera de este nuevo ciclo político estatal, menos centralista y donde Madrid está obligada a negociar y escuchar a las regiones, es obligatorio contar con una lista que tenga sus intereses puestos exclusivamente en las ocho provincias. Ya vamos tarde.

La refundación del andalucismo suena a propósito de Año Nuevo, de esos que nos ponemos como capricho imposible. Quizás es porque esta corriente política, tal y como la entendemos, está obsoleta y capitalizada por unos planteamientos –dogmas– poco conectados con la población. Casi todo es demasiado nostálgico.

Hace unos días, en el homenaje a Blas Infante que se hace en el Cortijo de la Gota de Leche, volví a comprobarlo. Además de que la edad media de los asistentes superaba con creces la de la población andaluza actual –sin acritud–, el tono del discurso distaba mucho de lo que nuestra comunidad necesita.

Andalucía quiere solucionar la infrafinanciación, recibir más capital humano para mejorar la calidad de los servicios públicos, más infraestructuras para tener una economía mejor conectada y un plan económico maduro para que la industria turística y cultural aporte beneficios reales sobre la población. Lo de lamentarse porque nuestro arte y símbolos han sido capitalizados por Madrid, releer el Ideal Andaluz como la Buena Nueva o seguir reescribiendo heroicidades del 4 de diciembre de 1977 no convence ni levanta a nadie. ¿Acaso vascos y catalanes siguen hablando hoy de Sabino Arana o Lluís Companys? Suena a broma. Un buen amigo me dice que el andalucismo necesita mensajes muy claros y nuevos, y considero que los primeros son mucho mejores que los segundos.

Fuera de Andalucía, cooperación con el partido o la fuerza que más nos dé. El PNV, que rechazó frontalmente apoyar a Feijóo aun sin Vox en el gobierno, ahora dice que se lo piensa porque el PP le ha ofrecido la Presidencia del Congreso. Es decir, manejar mejor la agenda política y los temas que se hablan la plaza pública más importante del país. ¿Con quién hubiera pactado un partido andalucista? Con el que diese el Corredor Mediterráneo, más recursos económicos, el cierre de la SE-40 para mejorar las comunicaciones entre Huelva–Sevilla–Cádiz o el que hubiese preguntado qué necesitan en Jaén.

Adelante Andalucía pudo conseguirlo, pero se entretuvo con la teoría. Andalucía Por Sí tiene el encargo de diseñar un andalucismo sincrético, práctico y con mensajes muy renovados. Que nuestro nombre suene en Madrid.

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