Crónicas desde la ciudad

Convento de Las Puras (XVII): Enseñanza

  • El establecido en dependencias del monasterio de Las Puras fue el primero de carácter religioso abierto (abril de 1877) en la capital, con alumnado femenino interno y externo

Convento de Las Puras (XVII): Enseñanza

Convento de Las Puras (XVII): Enseñanza

En diferentes textos tengo leído que el primer colegio femenino religioso en la capital fue el inaugurado en su casa-convento de la rambla Obispo Orberá por la Compañía de María, en noviembre de 1886 (aulas externas) o bien en mayo del anterior con la admisión de las dos primeras alumnas internas. No es cierto. Ni religioso ni laico: otros le antecedieron lustros atrás. Aunque no tenga mayor trascendencia, conviene atenerse a la cronología antes de proferir afirmaciones tajantes. El inicial del que existe constancia documentada es el abierto por Las Puras en el ala conventual de calle Cervantes. La quema de buena parte del archivo monástico nos priva, lamentablemente, de una valiosa fuente de información de primera mano. No obstante, disponemos del testimonio escrito de protagonistas directos y el de la hemeroteca de la época. Así, la primera referencia hallada nos adelanta en abril de 1878:

 Según tenemos entendido, y alabamos el pensamiento, en el Real Convento de la Purísima Concepción de esta ciudad, se admiten pensionistas internas desde la edad de siete a la de quince años, a cuyas educandas se les proporcionará toda la enseñanza elemental y la de música y de labores, solo por el módico estipendio de 5 reales diarios… 

Las leyes desamortizadoras de Mendizábal y Madoz insistían en la presencia de las religiosas en tareas educativas y hospitalarias, atendidas estas últimas, en el caso de Almería, por la orden de San Vicente Paúl. En cuanto a las labores, asignatura de obligado cumplimiento en la enseñanza de la mujer decimonónica, sabemos del antiguo testimonio con motivo de la recomposición del Estandarte Real o Pendón de los RRCC (1857) y, más adelante, el repaso del bordado al manto de la Virgen del Mar regalado por Isabel II en su visita a la ciudad en 1862. 

Centros educativos 

Con el nombre de Colegio de la Inmaculada, en capital cohabitaron, en distintas fechas del último tercio del siglo XIX, disantos centros de enseñanza (masculinos y femeninos) todos civiles y laicos. Veamos a vuela ordenador el estado de la cuestión: 

-En la calle Hileros (Orberá/García Alix), a expensas de Concepción Martínez

-Calle Real, dirigido por “las señoritas de Cápito”. Era costumbre que tras las evaluaciones trimestrales expusieran las labores de primor realizadas por las alumnas en el marco de fiestas familiares, amenizadas al piano por las más adelantadas de la clase de música. Para orgullo de sus padres, la prensa solía insertar gacetillas en las que reflejaban sus nombres a modo de ecos de sociedad. Cuando se trata de adular al anunciante, está inventado casi todo: “Damos nuestra cordial enhorabuena tanto a las señoritas de Cápito, por la buena dirección del colegio de su propiedad, como a las jóvenes que han sido aplicadas y pueden estar orgullosas de pertenecer a un establecimiento de educación tan dignamente dirigido”.

Sello de la Mayordomía, siglo XIX Sello de la Mayordomía, siglo XIX

Sello de la Mayordomía, siglo XIX

-Otro bajo la advocación de la Purísima, también en calle Real, núm. 61, gestionado por el presbítero Diego Galera y Mariano Rosillo e incorporado (primera y segunda enseñanza) al Instituto Provincial. En el destacaban la asignatura de francés, “gratuita y dirigida a la clase obrera que no tenga recursos para costear los estudios del idioma de Molière y Víctor Hugo”. Con un excelente claustro de profesores preparaban asimismo el ingreso a las carreras de Derecho, Medicina, Farmacia y Filosofía y Letras. 

Incluso, con aquiescencia de las monjas concepcionistas, en el nº 2 de la plaza de la Administración Vieja existió (1896) un establecimiento con variada oferta de artículos religiosos: estampas y medallas, ornamentos y devocionarios, imágenes, velas, flores artificiales, etcétera. Este lucía en su fachada el rótulo de “La Inmaculada”. De la existencia del presumiblemente decano femenino de todos ellos (eclesiástico y seglar) se conserva el testimonio incontestable de un plenario municipal: 

Sesión del 29 de octubre de 1842

Colegio de señoritas en la Ciudad

Hízose lectura de un ejemplar impreso del Colegio de Señoritas de esta Ciudad, que remite su Sra. Directora Dña. María de la Concepción Pereira; y se acordó: quedar enterado el Ayuntamiento con satisfacción. 

El primer colegio laico femenino del que tengo constancia es el de la Sra. Pereira, en 1842

En tal contexto laico deben incluirse las escuelas públicas del Estado a finales de la centuria. Tanto en la zona centro como en los distintos distritos, ocuparon edificios -en ocasiones inapropiados en cuanto a comodidad, amplitud y habitabilidad, alquilados y atendidos en sus necesidades extraescolares por el Municipio; quien al mismo tiempo era el encargado de contratar al escaso personal docente. En uno de ellos, el establecido en la calle Murcia, próximo a la plaza San Sebastián, ejerció su magisterio Carmen de Burgos Seguí “Colombine”, auxiliada por su hermana Catalina. Por no hacer exhaustiva la relación, en cuanto a la provincia cabe destacar a tres de ellos, todos con el título de Colegio de la Purísima Concepción, de considerable fama y extenso alumnado masculino o mixto: Huércal Overa, Vélez Rubio y Vera (el único validado para la enseñanza por la ley de Instrucción Pública de 1874). 

Administración vieja 

En solares propios, dando fachada a esta plaza colindante a la del Ayuntamiento, erigieron Las Puras su renombrado centro de enseñanza; en un edificio cargado de historia y protegido por el actual PGOU. No obstante, antes de proseguir con su inauguración y pleno rendimiento es aconsejable regresar a los orígenes, al germen que lo hizo posible. Para ello nada mejor que seguir el relato, “Breve apuntes para la Historia Eclesiástica de Almería”, que el canónigo y amigo de la comunidad (aquí profesaba una tía suya) Bartolomé Carpente Rabanillo edita en la revista de la Sociedad de Estudios Almeriense; a partir de la llegada a la ciudad en 1877 para restaurar un convento que se encontraba bajo mínimos en cuanto a efectivos humanos. La comitiva de cinco monjas venidas de Guadalajara, La Granja y El Pardo estaba encabezada por sor María Isabel de los Remedios de Haro y Alonso, quien seguidamente fue nombrada abadesa y presidenta del colegio. El traslado se debe, como adelantaba en otro capítulo, al igualmente canónigo Lectoral, capellán y mayordomo del monasterio Eusebio Sánchez Sáez. 

“Bien pronto se persuadieron las Religiosas recién llegadas que nada tenían que reformar, sino poner en práctica lo que aquí había constituido la vida religiosa y continuar la tradición.

Una vez en funciones la R.M. Abadesa, siguiendo las instrucciones del Visitador y Lectoral, procedió a la fundación de un Colegio con el título de “Colegio de la Purísima Concepción, para colegialas internas y externas, habilitando para ello unas amplias e higiénicas `piezas, de antiguas oficinas del Convento, en las que se hicieron para el objeto a que nuevamente se destinaban, las obras y reformas más precisas, corriendo todo a cargo y costo, como hasta entonces, del Sr. Sánchez, que funcionaba también como Administrador”.

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