Fútbol

Ginés Belzunces, presidente emérito del Español del Alquián

Ginés Belzunces y Pedro Soler, expresidente y sucesor, con el escudo del club.

Ginés Belzunces y Pedro Soler, expresidente y sucesor, con el escudo del club. / P.L.R.

Sentado en la modélica sala de reuniones del Campo de Los Pinos espera Ginés Belzunces. Mira al tendido, como los buenos toreros. Allí hay colgadas fotos de todas las etapas del Español del Alquián, el club del que es emérito. En uno de los marcos pequeños, con el tono que el paso de las décadas da a las cosas, hay una foto de un torneo en el campo antiguo, que se tuvo que derruir para la ampliación del aeropuerto.

“Ése del centro soy yo, ¡qué joven estaba!”, le dice a Pedro Soler, su mano derecha durante las últimas temporadas y sucesor en la presidencia. “Y el del abajo, mi hijo con dos años”, señala con su dedo índice a otra instantánea, ésta de finales de los ochenta, en la que se ve a un renacuajo jagebote, posando con un once españolista de aquella temporada. “Si yo te contara cómo eran las cosas cuando entré y todo lo que tuve que hacer para afrontar las deudas...”. No hace falta Ginés, alguien que lleva tres décadas dirigiendo a un club que se ha convertido en el orgullo de todo un barrio, es que ha hecho las cosas bien y de forma desinteresada.

El mejor ejemplo de esto es la imagen, a tamaño de pancarta, que ocupa prácticamente toda la pared de lo que antes era la entrada al campo, en una de las esquinas. Ahí se lee “Ascenso a Liga Nacional Juvenil; ascenso a Tercera División Sénior. Temporada 2012-13”. No hace falta explicar lo que significó aquello para este club, que debe sus colores a unas equipaciones enviadas por el Español de Barcelona cuando los pericos todavía escribían su nombre con ñ, y que vivió su etapa de mayor esplendor deportivo, cuando la economía nacional estaba para pocas alegrías.

“Recuerdo que estaba en Jaén con el juvenil. Marcamos el 0-1 y estaba celebrándolo con ellos, pero por dentro estaba llorando... ¿Cómo lo íbamos a hacer económicamente para aguantar al primer equipo en Tercera y al juvenil en Liga Nacional?”, se confiesa, ahora con una sonrisa en la cara, pero entonces con un sudor frío que no le permitió disfrutar de aquel hito hasta que empezó a rodar el balón y El Alquián comenzó a leerse en los periódicos de toda España.

Simbolizando el traspaso de poderes. Simbolizando el traspaso de poderes.

Simbolizando el traspaso de poderes. / P.L.R.

Los recuerdos inundan las paredes de la sede social del club y del Pub Herbel, su negocio donde tantas victorias se han celebrando y tantas previas de partidos importantes se han vivido. Pero también tiene otros guardados en el corazón. “He hecho de todo por el club de mi barrio: he pintado el campo, he hecho de taxista de los niños, he lavado en mi casa equipaciones, me he tenido que poner en algún partido de entrenador...”. ¿Cómo no va a ser presidente emérito alguien que vivía los partidos detrás de la portería en vez de en el palco, y que lo primero que hacía una vez sonaba el pitido final era ayudar al árbitro a ganar el camino del vestuario? Su sucesor, Pedro Soler, así lo corrobora.

“Es un gran amigo y le estoy muy agradecido por su gestión durante estos años. No quería ni quiero que se vaya, pero su decisión es firme y nos sigue ayudando en todo”, apunta mientras Schuster, otro buque insignia del club, se despide: “¡Adiós, presi!”. “¡Adiós, campeón!”, le responde Ginés. “Me siguen llamando presi, ¿qué le vamos a hacer?”, dice feliz, orgulloso. “Yo doy un paso al lado porque El Alquián necesita muchas horas y no las tengo. Y lo dejo en las mejores manos”.

Al presidente emérito no hay mejor forma de despedirlo que con el estribillo del himno oficioso del club, que seguro que tatararea cuando lea estas líneas: "Todos los marineritos tienen la cara morena de salirse de la mar y del polvo de la arena".

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