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El viento cambia en el Mediterráneo (2-0)

  • El Almería se hace fuerte en casa en el comienzo de la segunda vuelta y da la sorpresa de la temporada al derrotar al líder. Excepcional trabajo defensivo y brillante ataque de coraje de Aleix que ayudó a perder el miedo

Si ya de por sí es poco placentero para el aficionado acudir al fútbol a dos hora de la madrugada, el terrible vendaval que azota la provincia y que evita que llueva como en toda España, hizo aún más desagradable el plan de acudir al Mediterráneo. Venía el líder, pero ya podía ser el Brasil del 70, que con condiciones tan adversas apetecía más quedarse junto al brasero que prepararse unos bocatas y dejarse la garganta animando a un Almería, que poco antes de saltar a calentar comprobo cómo sus rivales más directos siguen al acecho y cada vez más cerca. 

Lo que el viento no quitó fue la sensación de congoja general cuando Simeone hizo oficial la alineación: Courtois se caía del equipo y entraba Aranzubía. El meta riojano ya había vuelto la temporada pasada con el Deportivo, pero es sólo oír su nombre y la afición almeriense se le viene a la cabeza aquel fatídico gol que costó medio descenso hace tres temporadas. Aunque ayer había que temer más a Costa, Raúl García, Diego y compañía que a los cabezazos del meta atlético. 

Pese al potencial del líder, Francisco quiso ser atrevido. Se olvidó del trivote y puso en juego las pocas armas ofensivas que un tirachinas puede tener en comparación con un bombardero. El partido iba a ser como se preveía: al mejor equipo de la Liga no se le iban a caer los anillos por cederle en algunas fases el balón a su rival para que saliera de atrás y tratar de buscarle entonces la espalda y los fallos defensivos. Así pudo verse a los 3 minutos, cuando Raúl García se aprovecha del hueco dejado por Dubarbier y saca un centro muy peligroso, que ataja Esteban en dos tiempos. Fue una jugada parecida al gol del Elche, con un balón a una zona que hace dudar al portero y al central, pero el meta asturiano terminó abortando una segunda jugada que esperaba Diego. 

El Atlético había olido sangre en la banda izquierda y quiso hincar la dentellada. Manquillo ve el espacio dejado por Dubarbier, Suso no lo persigue y el lateral derecho se planta ante Esteban, pero escorado. El lateral pone el balón al corazón del área, donde Rafita llega antes de que Costa disparara la escopeta. Segundo aviso colchonero aprovechando los eternos problemas que tiene el Almería en su carril zurdo. Por suerte, hasta el momento las basculaciones defensivas rojiblancas estaban siendo buenas. 

Viendo que el Atlético no había venido a pasear su liderato al Mediterráneo, a los pupilos de Francisco no les quedó otra que amarrarse el cinturón. No era noche para el juego alegre y despreocupado que le costó un 4-2 en la primera vuelta en el Calderón, tocaba correr detrás del balón y aprovechar algún exceso de confianza visitante. Lo que sí estaba haciendo bien el conjunto almeriense era mantener la intensidad, la principal virtud atlética. Costa, que reclamó penalti por agarrón de Trujillo, apenas entraba en juego y se le empezaba a ver un tanto desesperado. Misma petición hicieron los rojiblancos tras una mano de Juanfran en el área en un tiro de Suso. Teixeira no había visto el primero y tampoco quiso ver el segundo. 

Sin embargo, todo lo bueno que estaba haciendo el Almería en cuanto a esfuerzo y sacrificio, le estaba restando precisión. Al Atlético le podía en ocasiones la firmeza local y estaba perdiendo balones en el centro del campo. Eran buenas ocasiones para probar a Aranzubía, que no tocó un balón en toda la primera parte, pero los pases no estaban siendo buenos por el miedo a quedar desguarnecidos atrás. 

Si la primera parte había terminado con ambos equipos tratando de no encajar, la segunda comenzó con una clara búsqueda del gol. Un zurdado de Diego no acabó en gol por escasos centímetros, mientras que al Almería le faltaron algunos metros para encontrar el mismo objetivo: Godín cortó un buen pase interior hacia Aleix, mientras que Suso botó horrible una peligrosa falta lateral que nadie pudo rematar. 

Conforme pasaban los minutos, la necesidad era visitante por lo que el Almería ya no tuvo ningún inconveniente en seguir metido atrás, sin dejar espacios. Los de Francisco no daban dos pases seguidos, no podían superar el buen posicionamiento madrileño, pero cada vez el punto tenía más importancia por lo que había que echarse la mano a los bolsillos para que la moneda no se cayera. Y no sólo iba a dejar su portería a meta, sino que después de un arranque de coraje de Aleix Vidal, el Almería iba a conseguir fraguar su victoria. 

Una salida al ataque del tarraconense, de ésas que cuando hace Messi dan la vuelta al mundo, acaba con un remate que se sale tras tocar en los dos palos. Ahí se dio cuenta el Almería que podía. Y si antes el esférico no había querido entrar, sí que lo hizo en un centrochut de Verza, que se coló por la escuadra. Gol de trabajo, de convencimiento. Los tres puntos estaban en la mano y terminaron de saborearse después de un balón peleado por Jonathan, que acabó con un penalti y roja de Aranzubía. Con los cambios hechos, Gabi sólo pudo ver cómo Verza hacía doblete y cómo el Almería se aprovechaba del viento para coger carrerilla en casa.

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