La Consejería de Educación, a través de su proyecto PROA, ha iniciado varias actividades palanca (término que está de moda no sólo en Cataluña...) entre las que se encuentra la creación del monitor de los recreos, implantado ya en algunos centros de la región andaluza. Esta figura ayudaría a la inclusión de todo el alumnado (mejor no escribir 'los alumnos' por si alguien se siente ofendido), una plausible idea. Sin embargo, surgen las dudas cuando se investiga y uno se da cuenta de que se hace a través de actividades dirigidas en el único momento de la escuela y posiblemente del día para la mayoría de los niños, con un horario más regulado que el de un ejecutivo, en el que se sienten totalmente libres. Los tipos que han pensado esto consideran también que hay que eliminar cualquier juego competitivo. Porque sí. Los consideran incluso "tóxicos", como definen a la competitividad.

Es preocupante ver infantiles decisiones educativas y políticas por parte de adultos día sí y día también. La libertad provoca que sean los propios niños los que generen situaciones fantásticas y naturales y no artificiales e inútiles. La competitividad es más que sana. Y necesaria en multitud de ámbitos, no sólo en la vida adulta, sino en diferentes etapas. Competitividad no significa que no se pueda trabajar en equipo. Trasladado al ámbito deportivo, cada vez se ven a más jugadores federados con una competitividad nula, faceta que debería ir intrínseca a la práctica deportiva para mejorar y conseguir los diferentes objetivos propuestos. ¿Que esta iniciativa del monitor infantil crea puestos de trabajo? Por supuesto, pero se podría destinar ese dinero a algo más válido, contratando a maestros en paro y bajando la ratio de alumnos por clase. ¿Que hay que fomentar la inclusión de quienes se sienten aislados? Eso es indudable, ¿pero es esta la mejor solución?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios