Desconozco si la salvación de la UDA, posible o imposible, es o no un acto de fe. Los creyentes tienen conocimiento de Dios por la fe que le profesan. Por la esperanza confían en el cumplimiento de las promesas de Cristo y por la caridad obran de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio. Se tratan de las tres virtudes teologales. Se las conoce de este modo porque son los hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad del hombre para ordenar sus acciones. La fe mueva montañas y la esperanza es lo último que se pierde y hay que perder. Y la caridad, al menos en el fútbol, hay que sustituirla por la calidad. La UDA tiene más criterio con la llegada de sus cinco nuevos jugadores, Langa, Radovanovic, Jonathan Viera, Choco Lozano y, sobremanera, con Luka Romero, bigoleador en su primera titularidad y quien sigue siendo el jugador más joven en debutar en Primera División, con algo más de 15 años. ¿Es real o una fascinación? Es posible o un mero recurso para vender periódicos y hacerse notar? Estas y otras preguntas están en el aire, sin respuesta. Nadie las conoce y a todos les gustaría saber. Pero eso es el fútbol, una ciencia inexacta. La entrada en acción de este quinteto de jugadores le ha cambiado la cara al equipo, que parece otro, más organizado y menos fallón. Es otro, sin duda, pero con herencias anteriores. Está cerca, pero el triunfo no acaba de llegar. Es como correr contra el Sol, da la impresión que te aproximas cuando lo cierto es que el Sol se aleja de nosotros. Este periodista se muestra muy escéptico sobre la UDA. Lo más sensato es vivir cuando ya se sabe, o se intuye, la fecha de defunción. El club tiene tiempo y formas, y ha de esmerarse para procurar la Operación Retorno a Primera a la mayor brevedad. Los errores de antaño por el acierto del futuro.

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