Llegan las elecciones municipales y como quiera que no hay una ley que límite un tiempo máximo para ocupar un sillón, toca prometer para estar todos cuatro años chupando del bote, ganar 70.000 euros anuales como asesor y todos esos asuntos que en otros lares serían impensables, pero que aquí ya se ha normalizado. Llegan las elecciones municipales y es tiempo de pasarse por diferentes instalaciones deportivas para captar votos. Lo de acudir a los campos municipales, por cierto, es llegar al límite de no conocer la vergüenza porque en caso de tener un poco de dignidad cualquiera de los políticos que haya visitado el aseo que sea de las instalaciones ahora competencia del consistorio de la capital se habría encargado personalmente de limpiarle la cara de manera inmediata. Llegan las elecciones municipales y es tiempo de promesas que rara vez se cumplirán

Todos los partidos, de un lado del espectro o de otro, han asegurado que harán mejoras deportivas ya sea en forma de construcción de instalaciones o de fomentar iniciativas que después no llevarán a cabo. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros. ¿Se imaginan que los comicios fuesen cada año, que no se pudiese repetir más de dos legislaturas, que dimitiesen en caso de no cumplir lo prometido, que construyesen una instalación íntegra de atletismo, que hiciesen uno o dos campos más de fútbol, que colocasen césped de un nivel aceptable, que limpiasen los aseos y vestuarios o que construyesen una pista deportiva por barrio para disfrute gratuito? Difícil de ejecutar con tal presupuesto para el salario de los asesores...

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