República de las Letras

Abril

Aún cuento a todos cómo te inventaste aquel relato titulado La Leyenda de la Columna. FELIZ CUMPLE

Has salido a la calle después de tanto tiempo y te ha sorprendido de nuevo el aire libre, la gente, los niños. Las medidas de seguridad te han impedido acercarte a jugar, pero la verdad es que tú, con tu forma de ser, no tenías una necesidad perentoria de salir. Siempre me ha sorprendido cómo en casa estás continuamente ocupada. Y alegre, que es lo mejor, muy alegre. Yo lo explico diciendo que tu capacidad de adaptación es inmensa y tus necesidades muy pocas. Adaptarse es de inteligentes, dicen. Y tú no necesitas más que estar con mamá y papá. Y con tu hermano, con el que tienes una paciencia infinita. Lo demás, para ti, es accesorio. En estas semanas de confinamiento no te has aburrido ni un momento. Por ejemplo, nos has enviado tus famosos videos del Gimnasio de Aprender: "Hola, amiguitos, hola abuelo y abuela. Bienvenidos al Gimnasio de Aprender", dices. Y lo mismo nos explicabas lo que es el arco iris, que el modo de hacer unos buñuelos dulces, o una ficha del cole, o una carta que has escrito para la seño.

Pasado mañana cumples seis años, Abril, y hemos querido la abuela y yo dedicarte este artículo porque te lo mereces. Suelo decir que en mis largos años de maestro no he visto jamás una niña como tú -pasión de abuelo- de buena, cariñosa, atenta, cuidadosa -nunca has roto un juguete-, trabajadora y ocurrente. Y alegre, muy alegre. Yo no he sido partidario de que los niños salgan a la calle, me ha parecido pronto, pero mi opinión, lo reconozco, se debía a que sabía cómo tu hermano y tú llevabais maravillosamente bien este confinamiento. La calle y el aire libre son necesarios, pero tú no has acusado demasiado su falta, lo que tiene que deberse a que has estado en todo momento rodeada de tu gente, de tu familia, y te sientes querida por todos. Y a que eres muy diferente. Recuerdo aquel día, en Retamar, cuando preparaste tu cantimplora y tu mochila para irnos de excursión al descampado y metiste en ella un cuento. Siempre has manejado cuentos y libros. Llegados a un punto en que había un contrafuerte en un muro, sacaste el cuento y empezaste a "leer" lo que titulaste La Leyenda de la Columna. Y me narraste la historia con sus partes clásicas: Presentación de personajes y asunto, Desarrollo y Final. Pero tú no sabías leer y el libro tampoco iba de eso. Fue apoteósico. Siempre lo cuento.

Que este cumpleaños tuyo, en este momento histórico, sea muy, muy feliz.

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