Utopías posibles

Aprender en verano

El verano es un tiempo excelente para aprender de todo aquello que no has podido hacer durante el invierno

Querida niña, niño, joven o adulto: hay mucho que aprender en verano, hay mucho que hacer. No te hablo de hacer ejercicios, tareas o preparar exámenes. El estudio, según de qué modo se haga, puede tener o no una parte de aprendizaje. Las tareas y ejercicios, pueden incluir aprendizajes, pero implican un cierto sentido de obligación y repetición que a veces es contraproducente. Preparar exámenes es casi siempre la antítesis del aprendizaje, ya que las pruebas escritas suelen consistir en "vomitar datos", que rápidamente son olvidados. Cuando hablo de aprender, me refiero a aprender de verdad, adquirir saberes, hábitos y experiencias que se quedarán con nosotros para siempre. La capacidad de aprendizaje es una de las cualidades que mejor nos define como seres humanos. Siempre aprendemos. No podemos dejar de aprender. Dependiendo de nuestra predisposición, nuestras circunstancias y los distintos contextos de aprendizaje, éste será positivo o negativo. Podemos aprender a amar, o a odiar asignaturas, saberes, temáticas, conductas o incluso personas. Siempre se aprende.

Pero vamos al grano: tienes mucho que aprender. El verano es un tiempo excelente para aprender de todo aquello que no has podido hacer durante el invierno por culpa de las prisas, el ajetreo, las obligaciones y los horarios. Es tiempo de aprender de las personas y las cosas que nos rodean. Aprender de una buena conversación, compartir tiempo mirando el cielo, charlando, paseando, viajando (si es posible), leyendo, haciendo algún tipo de actividad física, escuchando buena música… haciendo todo aquello que nunca se te había ocurrido, que nunca has probado. El aburrimiento es un buen cómplice para el aprendizaje. Se te ocurrirán cosas que nunca antes habías pensado, y seguro que te llevas alguna gran sorpresa.

Queridas familias, papás y mamás, sé que a veces el verano no es tan bonito ni tan sencillo como pueda parecer. Sigue habiendo obligaciones, trabajos, desajustes en las vacaciones, y no siempre está la economía como para permitirse muchos lujos, o visitar otros lugares. No importa. Los aprendizajes más profundos, los verdaderos, los que quedarán para siempre, no dependen del dinero, ni de los horarios. Dependen del corazón, de las ganas sinceras que tengamos de compartir esa conversación, ese paseo, esas risas, esa experiencia con nuestros hijos e hijas. Regalad tiempo de calidad, este verano.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios