Aprovechar el día

Agarrar el día, aprovecharlo, no es "livin' la vida loca", sino vivir hoy antes de que llegue el futuro

Las visiones del mundo antiguo no son buenas ni malas. Pueden estar mejor o peor documentadas, pero siempre revelan cómo interpretamos nuestra relación con el pasado. Al fin y al cabo, nuestra comprensión de los hechos siempre es subjetiva porque el yo que escribe reacciona a una experiencia y un aprendizaje. No puedo enfadarme tras ver bodrios como la "Troya" de Wolfgang Petersen aunque, cargándose a Agamenón a la media hora de película, deja sin sentido la mitad de las tragedias griegas. Algo así hacen algunos lemas comerciales que han terminado siendo parte de nuestra cultura.

Hoy en día, la formación y la educación sentimental no están en el aula, en la biblioteca ni en el Boletín Oficial. Nuestra sociedad exige lemas reciclables que inciten a hacer cosas sin pensar en sus causas. Hoy la gente recibe sus dosis de conocimientos en sobres de azúcar, memes, anuncios de colonia y consignas de usar sin pensar. "Mens sana in corpore sano" es sudar mucho y cogitar poco. "Anima Sana In Corpore Sano" es comprarse esas zapatillas. "Salus Per Aquas" es irse al spa del barrio. La cantinela coloniza cansina nuestras mentes y tanto más se enseñorea de ellas cuanto menor es el caso que se le presta al conocimiento del mundo antiguo y más se persigue al pecador que sucumbe a la tentación de las Clásicas.

Lo de "carpe diem" se ve en alguna cafetería y en algunas botellas de vino. El poeta Horacio usa el verbo "carpo", emparentado con el inglés "grip" y con el mismo significado de "agarrar con fuerza". Para él, hay que aferrarse al día de hoy porque no podemos saber cómo estarán configurados nuestros átomos mañana. Agarrar el día, aprovecharlo, no es "livin' la vida loca", sino vivir hoy antes de que llegue el futuro. A esta propuesta epicúrea del aquí y ahora le añadieron los estoicos una matización: no podemos cambiar el ayer ni prever el mañana, conque hay que comportarse tan honorablemente que, si mañana llegan nuestras vidas a su final, podamos decir que hemos hecho todo lo que era decente. El auténtico "carpe diem" no es andar de cubata en calimocho ni saltando de colchón en edredón, sino mantener unos principios firmes y atenerse a ellos. Bien usado, el "carpe diem" convertiría los rebaños en ciudadanos, a las rémoras del poder en periodistas, a los gobernantes en estadistas y a sus asesores de imagen nos los revelaría como la horda de mercenarios serviles que son.

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