Utopías posibles

La Arcadia educativa

Ahora el mantra es afirmar que todas las reformas y todas las ideas pedagógicas desde la LOGSE no funcionan

Desded hace algún tiempo hay una fuerte corriente entre el profesorado que despotrica contra todo lo que huela a pedagogía, cambio o innovación. Algunos de estos docentes incluso gozan de cierta fama e interés mediático, publican libros, dan conferencias… Quien quiera saber más, le sugiero que abandone ahora mismo esta columna y haga una simple búsqueda en internet.

En realidad, son docentes que siempre estuvieron ahí, en todas las épocas, solo que ahora el discurso ha cambiado. Ahora el mantra es afirmar que todas las reformas y todas las ideas pedagógicas desde la LOGSE no funcionan, que sus propuestas han fracasado, y a ellas debemos nuestros malos resultados educativos. Afirman con vehemencia que la pedagogía está dañando la escuela y el futuro de las nuevas generaciones. Cuando alguien hace una afirmación de este tipo debe demostrarla. No basta con decir que estas leyes llevan treinta años vigentes. Critican propuestas como no evaluar solo mediante exámenes, hacer actividades motivadoras, utilizar las nuevas tecnologías, centrarse más en competencias (saber hacer) que en contenidos, contar con la voz del alumnado, hacer proyectos de trabajo, asambleas, trabajo cooperativo, y un largo etcétera.

No se puede afirmar esto gratuitamente, por una sencilla razón: estas metodologías no se están haciendo, de manera generalizada. Lo que sigue predominando en la escuela es el aprendizaje memorístico y los mismos métodos con los que el profesorado y las familias fuimos educados hace 30, 40 ó 50 años. Incluso más, mucho más. Demuéstrenme cómo han puesto en práctica alguna de estas actuaciones y ha fracasado. No me hablen de burocracia y programaciones… eso no es pedagogía. Es normativa. Documentación obligatoria, en su mayoría inútil. La auténtica pedagogía es lo que sucede en el aula. ¿Ustedes han probado estas cosas? Yo las tradicionales sí, y he visto cómo fracasan y sus aprendizajes no perduran en el tiempo. Este profesorado está en constante oposición a todo lo que huela a cambio, de cualquier tipo. Su función, al parecer, es ir al aula, mostrar su sabiduría, dar unos buenos apuntes, actividades del libro de texto y examen. Suele ser profesorado que añora el pasado como paraíso idílico de la perfección: la Arcadia en que todos aprendían y eran felices. Un territorio mitológico que nunca existió y al que, por tanto, es imposible regresar. Afortunadamente.

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