La tapia del manicomio

Encierro creativo

El aislamiento voluntario siempre ha sido territorio fecundo para la creación de grandes obras: Proust lo hizo en un en una habitación

La confinación, además de loquerías, produce tranquilidad y recogimiento. Por ello cabe esperar que mentes lúcidas estén siendo capaces de cavilar en medio de tanto silencio y hayan empezado a generar obras artísticas o literarias. Los avances científicos quedan para más adelante, ya que ahora los cerebros de la ciencia están concentrados con la leche del bicho, pues de ello depende tanto su futuro de personas ricas, como que nuestro sino se enderece. Las manifestaciones a los medios no son muy optimistas que digamos, ya que afirman que el Covid-19 ha venido para quedarse y dar por retambufa a la humanidad por los siglos de los siglos. Al menos ya tenemos una definición científica emitida por una de las más insignes investigadoras, Díaz Ayuso, que ha descubierto que se trata del "virus de diciembre de 2019", como su propio nombre indica. Los artistas y los literatos no tienen las mismas limitaciones que los científicos. Como nos recuerdan a diario articulistas y tertulianos, Bocaccio escribió el Decameron en una situación tan dolorosa como la actual o peor. Se recuerda menos que la peste negra del s. XIV anticipó el Renacimiento. Y sin acudir a situaciones tan dramáticas, el aislamiento voluntario siempre ha sido territorio fecundo para la creación de grandes obras: Proust, a principios del s. XX, se enclaustró en una habitación aislada para escribir su monumental y genial obra. Otro gabacho, Michel de Montaigne se encerró en una torre en el campo y parió sus inmortales Ensayos a finales del XVI, casi al mismo tiempo que Cervantes escribía en la cárcel. Es, pues, esperable que ahora algún Joyce o algún Proust esté aprovechando este receso para crear algo imperecedero. En el arte principal de nuestro tiempo, el cine, también cabe esperar que grandes artistas o no, estén haciendo obras que nos sorprenderán a fin de año, junto con la vacuna. ¿Quién no se acuerda de Orson Welles -anticipador de la Guerra de las Galaxias- cuando la lió en la radio en 1938?. Solo un detalle nos pone en serias dudas: las circunstancias actuales difieren de las que "disfrutaron" Bocaccio y compañía, ya que hasta hace poco uno se confinaba (recluía, encerraba, se retiraba…) y se concentraba en sí mismo. Ahora todo quisque se pasa las horas muertas conectado a las redes sociales. Ni se utiliza la memoria como Proust, ni se ocupa de razonar como Montaigne, ni en innovar como Joyce… Salvo excepciones que es de esperar que haya.

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