Sentado en la galería acristalada, y sintiendo un tímido rayo de sol sobre su espalda, la miraba arrobado. Ella distraída, seguía con su labor de encontrar palabras escondidas entre centenares de letras inconexas. La galería colmada de plantas, se exhibía exuberante a pesar del frío que reinaba en las calles, en aquel gélido día de invierno. Las manos de ella eran bálsamo que inyectaba vida a sus plantas, a él, a todo cuanto tocaban. Sin tener que hacer mucho esfuerzo, podía recordar con toda nitidez el momento justo en que sus ojos se posaron por primera vez sobre ella. Era menuda pero esbelta, se le escuchaba reír divertida entre un grupo de amigas, resaltando su voz nítida entre todas ellas, fue como ver en directo y en primera fila "el nacimiento de Venus", aunque eso lo supo después, él en aquel momento no conocía el famoso cuadro de Botticelli. Desde ese encuentro fortuito en aquella plaza, no pudo resistirse a dar vueltas en torno a ella, pronto conoció su nombre, su domicilio y comenzó una amistad total y absolutamente interesada con un hermano mayor que alguien le presentó por compasión. El amor es así, nos cubre los ojos con un dulce velo y ya no vemos más allá del objeto deseado, sea material o inmaterial, eso también lo supo con el devenir del tiempo. Dicen que la felicidad es efímera, pero para unos más que para otros, fue presentársela, y mirarlo con arrobo, derritiendo todo su ser en un instante que se hizo infinito. Sus ojos de mirada traviesa transmitían suavidad y a la vez fortaleza, su boca era una promesa, y lo demás,….simplemente lo dejaba paralizado. Pensó que sin ella, sin el dulce aliento que expiraba sobre su cuello, en las escasas ocasiones en que se le podía acercar y estrecharla entre sus brazos, en aquellos bailes a los que iba escoltada por madre, tías y abuelas, no podría vivir. Y un buen día lo decidió, le pidió compartir cada minuto de su vida, aspirar juntos hasta el aire que respiraban, y ella se rindió en sus brazos. Todavía le costaba recordar esos momentos sin emocionarse, fue el gran acierto de su vida. Juntos recorrieron un largo camino, a veces duro y áspero, otras no tanto, compartieron días de felicidad y de llanto, tuvieron a sus tres hijos, de los que tan orgullosos se sentían, y sobre todo cada uno de ellos fue el fuerte eslabón al que aferraron su vida entera. Cuanto tiempo había transcurrido? muchos años, lo sabía, pero para estimar la duración de tantas vivencias no era un sistema de medición adecuado. Era él quien había transitado por la vida, o era esta la que lo había arrollado en aquel largo trayecto lleno de curvas, puentes, desfiladeros y batallas efímeras, que no podía abarcar con ninguno de los sistemas métricos conocidos? De pronto, ella dirigió sus ojos a él, y a pesar del tiempo transcurrido, una flecha volvió a atravesar su anciano corazón de adolescente enamorado.

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