Desaceleración vuelve a ser una palabra utilizada al comentar los datos paro y empleo de agosto. Desde hace ya un tiempo en esta columna he usado la expresión "perder fuelle". No porque yo sea muy ocurrente, sino por verla usada por la mayoría de los gabinetes de estudio del mercado laboral. Pareciera que, escarmentados por quitar gravedad a la crisis de 2008, ahora estemos más atentos. Algún líder político, en modo preelectoral, parece paladear la palabra al pronunciarla.

Así, pues, miremos a nuestra provincia. Muy gráficamente se han comparado las recuperaciones con arrojar un balón al suelo. Cuanto más fuerte lo lanzas, mayor es el rebote, y luego vuelve a la normalidad, "se desacelera". El rebote empezó en 2013 y se estabilizó en 2017.

Los datos de agosto de este año, con una subida del paro inferior al año pasado, aunque inferior al período 2013 -2016, hablan de normalidad. El mismo comportamiento de antes de la crisis. Con más parados, eso sí. La estacionalidad es la principal característica de nuestro mercado laboral, y la campaña agrícola marca la variación del empleo. Cada año, los datos acumulados hasta agosto recogen subidas del paro y con el descenso del último trimestre, el resultado desde 2013, es una reducción anual de los datos de paro.

El año 2016 fue, en esto del paro, el mejor en la provincia. Ese año el desempleo de los ocho primeros meses, subía en 1.200 personas frente a las 4.638 en la actualidad. Ese mejor año terminó con un descenso del paro de 7.200. Una cifra alta y difícil de mantener en el tiempo, pese a que la escandalosa cifra de desempleo nos haga desear otra cosa.

Ahora, el dato de afiliación a la Seguridad Social es el mejor dato de un mes de agosto la variación interanual afloja. En doce meses sube un 3%, pero en 2016 fue el 4% y en 2017 el 3,5%. El paro sigue bajando, hasta el punto más bajo en agosto desde 2008, aunque un 35% superior a la de ese año. El ritmo de descenso se frena y llegar a los datos anteriores a la crisis se torna irreal.

Esa es la normalidad, por tanto, y sus dificultades: el paro de larga duración en los mayores, la excesiva rotación y recolocación, esto es, contratos con la misma persona que puede ser varios en un mes. Con todo, el 7,50% de las colocaciones de este año son indefinidas, que nos pone a la cabeza de Andalucía. A ello se une la parcialidad, sin duda la gran aportación de la crisis al mercado laboral de después de la crisis. El 42% de los contratos registrados este año en Almería lo son. Este es el reto, que creación de empleo y calidad del mismo vayan unidos.

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