Idiotizers

Un atajo de idiotas dedicados a idiotizar a multitudes igual o más idiotas que ellos

En castellano de toda la vida, idiotizadores. La fauna que condiciona el mundo social lapado a las pantallitas -móviles, tabletas y ordenadores- en sus diversos canales y redes de interactuación, integrada por tuiteros, youtubers, influencers, instagramers, streamers, gamers y demás especímenes, no es más que -en términos generales- un atajo de idiotas dedicados a idiotizar a multitudes igual o más idiotas que ellos, principalmente a los adolescentes ignorantes e incautos, de los que viven carroñeramente y a los que, poco a poco y sin que nos demos cuenta los progenitores, están arruinando la vida con sus sandeces. Confundiéndolos y aturdiéndolos, hasta el punto de no saber la mayoría que les interesa estudiar o por donde van a encauzar su futuro. Late ahí el ocio y juego practicados como vicio, que crea dependencia y nubla el entendimiento. En todo este mundo de las redes sociales y el postureo, ya se sabe, la máxima que subyace inquietantemente es que cualquier individuo, independientemente de su preparación o conocimiento, puede opinar sobre cualquier tema, y todas las opiniones tienen el mismo valor. Ello es la certeza, ya lo he dicho otras veces, de que nuestro sistema no es más que una democracia pervertida o, dicho pura y simplemente, una oclocracia. Esta perversión, que permite a un pequeñísimo numero de estos necios -más despabilados y con no poca suerte- ganar grandes sumas de dinero - con las empresas tras ellos para colocarles su publicidad y hasta los políticos haciéndoles la rosca para ganarse a su público estulto- está generando un panorama social con millones de jóvenes que mutan en tarados mentales sin el menor futuro. La cosa ha ido penetrando poco a poco y es mucho más grave de lo que pensábamos. Los pobres chavales piensan que, al igual que algunos de estos falsos ídolos, algún día podrán ganarse la vida muy bien con toda esa sarta de tonterías, sin dar golpe y sin necesidad de estudiar ni de prepararse para nada. Es algo verdaderamente dramático, pues lo único que están comprando, a pasos acelerados, es su esclavitud, su necedad e inutilidad, y su dependencia más absoluta. El rebaño de idiotas que tanto interesa al poder. Paralelamente, el mundo no se detiene, y cada día que amanece sigue necesitando verdaderos profesionales de toda índole para que la sociedad no se hunda. Me pregunto qué será de todas estas hordas de adolescentes atrofiados y que será de todos nosotros en un futuro cercano.

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