Pedofrastia climática

El discurso de los niños, incluso impropio de su edad, conmueve a las audiencias con más emociones que razones

Aunque haga falta poco tiempo para atenuar las reacciones, queda la sorpresa, por no decir otra cosa, ante la pública denuncia de los "gallos violadores", que someten y explotan sexualmente a las gallinas sin que estas quieran ser montadas. Acaso, y no es por dar ideas, debería repararse en la fruición reproductora de los conejos, y ponerlos a raya mediante campañas de planificación familiar. O en las prácticas de las hembras de mantis religiosa, cuando los machos, caben dudas de si con consentimiento explícito, se acercan para la animal coyunda y su cabeza es devorada por las hembras -aun así se aparean-. Que a estos desvaríos llevan los disparates de un muy singular antropomorfismo -literatura aparte- para atribuir cualidades, rasgos y también defectos humanos a un animal. Esta perturbación del entendimiento podría derivar de un infantilismo ecológico, pero los valedores de tales campañas no son púberes crecidos, ni sus intenciones resultan propias de la ingenuidad. Sin embargo, el infantilismo ecológico tal vez pudiera predicarse de las acciones de una menor, pero briosa, activista sueca cuya oratoria, severa e inflamada, no parece corresponder a su corta edad, repartiendo estopa sin miramiento.

Deberá presumirse que esa jovencita se encuentra en actividades extraescolares, con la dispensa de asistir a clases, pero la acogida prestada a su militante activismo conduce a la "pedofrastia": neologismo que la Fundación del Español Urgente (Fundéu) entiende bien formado y considera válido "para hacer referencia a la estrategia de recurrir a niños en un discurso o debate con el fin de conmover a la audiencia, de modo que se deje llevar más por las emociones que por la razón". De modo que podrá tenerse por "pedofrasta" a quien use a los niños para satisfacer sus deseos ideológicos. No quiere decirse, con ello, que campañas para reducir o demorar los efectos del cambio climático sean improcedentes, sino que, como otras causas movilizadoras, están aprovisionando discursos ideológicos alternativos -aunque también complementarios- a los que se sostienen en las banderías políticas. Por otra parte, de la "pedofrastia" puede no quedar lejos la "paidocracia", el gobierno asumido por los niños -hay quien prefiere entenderla como el gobierno para los niños-, cuando los menores ejercen el liderazgo que mengua en los mayores o, todavía peor, cuando se rechaza la autoridad de estos por sencillas y contradictorias razones de edad madura. Y este cambio no es climático

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