Libertad de prensa

Salen en tromba siempre los ejércitos del corporativismo profesional al amparo del destinatario de las críticas

Hay siempre periodistas -sobre todo los más envanecidos, bien posicionados o prebendados- que reaccionan malamente cuando se les señala, pronunciando su nombre y apellidos, para criticar algo de lo que dicen -y cómo lo dicen- en el ejercicio de su profesión. Salen en tromba siempre los ejércitos del corporativismo profesional al amparo del destinatario de las críticas u objeciones, enarbolando las consabidas consignas por las que la profesión periodística parece atesorar todas las esencias, legitimidades y purezas democráticas. "Sin libertad de prensa no hay democracia", "atacar a la libertad de prensa es atacar a la democracia", u otras. Para empezar habría que definir qué es eso de la "libertad de prensa" y comprobar después si realmente existe o ha existido. La libertad de prensa debería ser un ejercicio libre donde, desde la autonomía intelectual y la fidelidad a la verdad, el profesional individual enfoca la realidad y la transmite a la sociedad desde su leal saber y entender, sin servir a presiones algunas ajenas a su persona, vengan de donde vengan y sean de la naturaleza que sean, ni condicionarse por ellas. Así las cosas, es obvio que el periodismo libre y verdadero hoy no existe -y probablemente nunca existió-, y por lo tanto no existe la siempre citada libertad de prensa esa. No existen los periodistas libres; existen los empleados de las empresas del periodismo -medios de comunicación- que obedecen las órdenes de quien las nóminas les paga, como corresponde, por otra parte. Y nada más. Toda visión épica, gloriosa o grandilocuente, de una supuesta misión fundamental del periodismo para con la sociedad es una pamplina, una tontuna para inocentes o incautos. En el fondo, lo que la prensa pide es impunidad, haga lo que haga, diga lo que diga y como lo diga. Pide poder seguir haciendo lo de siempre; servir al poder político-económico -que es su señor- mintiendo, manipulando, tumbando al adversario y atontando a la gente sin que por ello la sociedad le tenga que pedir explicaciones. Los "periodistas" quieren seguir siendo lo que siempre han sido: un brazo ejecutor del poder, que nadie se atreva a toserles y, al tiempo, hacerse pasar por emblemas de la libertad de expresión, la quintaesencia de la democracia. Por eso me alegro sobremanera cada vez que alguien con verdadera independencia intelectual, echándole huevos, señala con su dedo acusador a alguno de estos soplagaitas arrogantillos y le lee la cartilla.

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